El episodio, ocurrido en Oviedo, España, pese a correrse el riesgo de centrar el debate subsiguiente en la politiquería insinuada como factor pernicioso en la materia implicada, con mayor razón, cuando el “Retardo procesal se acentúa en casos de presos políticos”, como tituló por estos días La Prensa, el Diario de Lara, ha dado lugar a sincerar las acciones de apoyo a quienes, en su mayoría, se sienten olvidados.
“Sí, es tan lamentable que vivan del dolor ajeno -habla la hermana de un preso político-, que vivan usando el nombre de los presos políticos… No es justo. A ellos que lo arriesgaron todo los tienen bien olvidados”.
No es algo nuevo, sólo que el impacto causado allende los mares exige demostraciones de la buena fe que existiría detrás de los ofrecimientos de apoyo a los presos políticos, que suelen abundar en la arena política sacando a relucir odiosas clasificaciones, según las cuales pocos estarían en la primera categoría, aquella en la que pocos se beneficiarían del efecto denominado puerta giratoria, mientras la mayoría engrosaría un categoría alejada de beneficios de cualquier naturaleza.
“La vi y me dio mucha tristeza. Como se burlaron de todos”.
Dijo una respetada ex presa política en referencia a una entrevista hecha a Eduardo Figueroa, quien increpó a Leopoldo López. ¡Duras palabras! ¡Lacerantes! ¡Acusadoras! Faltaría agregar: ¡indiscutibles! Como las de la hermana de un oficial de la marina confinado en la DGCIM, quien coincidiendo con la antes citada, manifestó:
“Así es… No escuchan ni quieren escuchar, lamentablemente”.
Similares a muchas del mismo tenor, que preocuparon al entorno del increpado, al punto de improvisar una estrategia, desde la Madre Patria, tendiente a calmar los ánimos suscitados por “las muchas verdades” dichas al contrariado líder político.
Entre esas “muchas verdades, esta sería una:
“…la utilización de los presos políticos como fichas de cambio con el régimen”.
Palabras que no gustan, pero que no escapan de una realidad sacada a relucir con frecuencia y que desmiente la supuesta “lucha” dada a conocer en la Universidad de Oviedo, de existir tal lucha, no hubiese hecho falta proyectar, a posteriori, ciertas acciones que, en esencia, constituyen la negación de tal gesta cuasi heroica, que estaría beneficiando a los presos políticos.
La estrategia en referencia se fue perfilando en medio de un intercambio de opiniones, al término del cual, una de las participantes, indicó con un dejo de incredulidad:
“Todo lo dejé capturado, porque pronto todo se olvida y lo que quiero es que antes de negociar sea la condición la liberación de los presos políticos, militares y civiles. Ya no más politiquería, quiero la libertad de los nuestros, son hombres y mujeres de valor”.
“Así como se les usa, se les olvida”, es el criterio de un profesional del derecho y ex preso político. En su opinión “existen dos momentos conjugados en perjuicio de quienes, como yo, han sido o son víctimas de la utilización de la justicia penal como arma política contra la disidencia o contra quien simplemente caiga en desgracia con el régimen”.
El litigante describió los dos momentos:
“Un primer momento es cuando te utilizan y para ello te crean falsas expectativas. Se trata de una narrativa fácil de identificar, tal vez fue el detonante de la reacción de Eduardo Figueroa ante López. El otro momento sobreviene al percatarte que te utilizaron, mejor dicho, al sentirte olvidado detrás de las rejas”.
Desde la perspectiva de la solidaridad, a manifestarse cotidianamente, incluso en casos que bordean las dos décadas de injusto encarcelamiento, hablar de apoyo y/o lucha por los presos políticos como mero recurso discursivo con fines políticos o financieros, acarrea una carga emocional demoledora en los presos políticos que, en el contexto de la incertidumbre que suele agobiarlos, agudiza las agresiones desmedidas que reciben del régimen.