“La lucha de pocos
vale por el futuro de muchos.”
Neomar Lander
¡Neomar vive!
Así como la peste chavista ha ido viciando espíritus, algunos extraordinarios como el de Daniel Ceballos al que corrompió hasta la infame traición, también logró corromper al municipio mejor curado contra la tentación despótica del chavismo: Chacao. Lo inconcebible es ya realidad. Su policía, otrora ejemplo de Latinoamérica y el mundo, detuvo a unos jóvenes que homenajeaban a otro joven, Neomar Lander, que había perdido la vida asesinado por la tiranía mientras protestabapor la libertad de Venezuela.
Arteramente, la que fue la policía modelo de nuestro país, detuvo a los jóvenes protestantes y los entregó a la tiranía.
Delito: enaltecer su juvenil sueño de libertad.
Un daño indeleble
El obsecuente alcalde del municipio, Gustavo Duque, al insólito servicio de los secuestradores de Venezuela, justificó el criminal hecho aludiendo que los jóvenes pintaban unas paredes. No por bochornosas las explicaciones dejan de ser descaradas. El cinismo y caradurismo es inconcebible, como si los venezolanos fuésemos pendejos. No, no lo somos y entendemos a cabalidad la sumisión de los burócratas “opositores” a los criminales chavistas. Son sus jefes y deben cada día que inclinarles la rodilla. Es la consecuencia de la peste chavista, se contagia.
Duque y su policía le han causado un daño indeleble a la moral de los jóvenes y a sus padres.
¿Por qué?
Apagar la llama
Homenajear a Neomar es de un virtuosísmo poco usual en la despedazada Venezuela que vivimos. Un país sin referentes morales, intelectuales o políticos, ve en el joven asesinado por el chavismo un héroe contemporáneo que flota en nuestro imaginario como una tenue luz entre tanta oscuridad, un Ícaro en el resplandeciente sol histórico venezolano que cayó por amor a ser libre. Que unos jóvenes lo celebren y encumbren en su memoria es un buen signo de que no estamos rendidos, que algunos pocos no estamos dispuestos a ceder, que jamás negociaremos nuestros ideales con la dictadura.
Lo que Chacao intentó hacer —en asociación con las hienas chavistas— fue apagar la llama de la libertad que se enciende.
No lo lograron, no lo lograrán jamás.
El voto encarcelador
Chacao es un municipio de niños y de jóvenes, de colegios y liceos: San Ignacio, Gustavo Herrera, Don Bosco, María Auxiliadora, Teresiano, entre centenas de otros. Los jóvenes son rebeldes por naturaleza, desafían, arrostran, contradicen a veces con causa, la mayoría no, por eso son jóvenes. Que las autoridades del municipio encarcelen a jóvenes por homenajear a Neomar y pintar unos graffitis muestra la decadencia en la que hemos caído como sociedad y cuánto daño ha causado la peste chavista a nuestra cultura de la tolerancia.
Lo más triste es que fueron los mismos habitantes quienes decidieron con su voto que la decadencia se impusiera.
¿Votamos para apresar a nuestros niños?
De lado de los idealistas
Yo prefiero estar con la juventud venezolana, con tus hijos y con los míos. Me pongo de lado de los idealistas, de los románticos, de los contestatarios, de aquellos que luchan por su sueño de un mejor país, con los que no se rinden a la tiranía, con quienes emprenden, con los que pintan paredes, cantan canciones, escriben poesía, con quienes no disparan las balas chavistas. Una sociedad que no levanta la voz en defensa de sus mujeres y sus niños es una sociedad moribunda. El silencio de algunos políticos no sólo encarcela a nuestra juventud, los mata.
Aún creo en Venezuela porque creo —y admiro— a su juventud que honra la memoria de sus caídos.
Lección para mí, lección para todos…