Desde el sur de México, ha partido una multitudinaria caravana de migrantes, centroamericanos, venezolanos y africanos, en su mayoría. Se dijo de quince mil personas que se extendieron por nueve kilómetros, en Tapachula, para un recorrido que busca llegar y atravesar la frontera con Estados Unidos.
Suerte de ferrocarril humano, tiende a descarrilarse, dispersándose en grandes núcleos que obligan a diligenciar una pronta reagrupación para su lento y, a la vez, desesperado recorrido de tres mil kilómetros. Al momento de suscribir esta nota, se reporta la tan injusta muerte de una venezolana que caravaneaba en una silla de ruedas, dada las condiciones tan deplorables que marcan la pauta de toda carretera.
Los sentimientos son muchos y encontrados, pues, acá y en el mundo entero, nadie imaginó semejante situación. Entre cuatro y cinco mil coterráneos arrancaron la caravana, mientras que más abajo, en Centroamérica, atascados aún en los más peligrosos pantanos, se habla de 30 mil venezolanos más: sólo un régimen, como el que nos ha confiscado el siglo, es capaz de expatriar a centenares de miles, en pocos días, y millones de venezolanos, en pocos años, dispuestos a los peligros que ninguno de sus antepasados conocieron ni concibieron, inaugurando otra y muy siniestra tradición.
La desesperada movilización de nuestros compatriotas también encuentra los riesgos de un ferrocarril que se desplaza en los rieles de la demagogia: el uno, entreteniendo al TeleSur de Maduro Moros y Díaz-Canel, en las vecindades de la llamada Cumbre de las Américas, permitiéndole a Andrés Manuel López Obrador armar un espectáculo que diga facilitarle una negociación con Joe Biden; y, el otro, con la ilusión óptica de una frontera estadounidense traspasada por las irresistibles muchedumbres.
Siendo tan genuino y doloroso el destierro de los nuestros y muy nuestros, sería necio negar que también hay caravanas “puyadas”, financiadas e intervenidas por las dictaduras de la región, interesadas en generar el caos, como el que deliberadamente ha propalado el socialismo del siglo XXI en el continente. Acaso, en este lado del mundo, los “coyotes” viven una época de esplendor.