El diagnóstico temprano es la clave para poder actuar con éxito en los casos de pérdida de visión. Estas son algunas de las causas
No siempre estamos lo suficientemente atentos a los cambios en la conducta de nuestro perro y si la pérdida de la visión ha sido gradual, puede pasar algún tiempo antes de que nos demos cuenta de que hay un problema.
Por Infobae
El perro es un animal olfativo por naturaleza y cuando se queda ciego o presenta disminución visual, memoriza olfativamente la ubicación de los objetos y muebles de la casa deambulando entre ellos sin mostrar la más mínima dificultad.
Esta conducta demora la detección de una ceguera o disminución de la visión. La detección temprana es fundamental, ya que un diagnóstico precoz y un tratamiento temprano permitirán un mejor pronóstico y manejo para elevar la calidad de vida del animal.
Los signos más destacados de la pérdida de la visión y sus fenómenos colaterales son:
1- Rascarse los ojos que pueden estar hinchados o inflamados .
2- Opacidad en los ojos.
3- Chocarse con los objetos, ansiedad o vacilación en lugares nuevos.
4- Negarse a subir o bajar escaleras, o a saltar a la cama o a los sillones.
5- Sensación de confusión o miedo en situaciones que tiempo atrás eran familiares y no provocaban este comportamiento.
Ante la aparición de cualquiera de ellos el paso inmediato es la consulta veterinaria especializada. En los perros, el proceso natural del envejecimiento puede incluir la pérdida de la visión, que puede culminar con una ceguera total.
La visión de un perro puede verse afectada debido a razones hereditarias, enfermedades o lesiones. En algunas ocasiones la ceguera podría ser tan solo un signo más del problema global principal.
Las enfermedades cardíacas, los trastornos renales o hepáticos, o algunas enfermedades del resto del organismo pueden causar como uno de sus signos, la ceguera en los perros.
Entre las patologías de la visión más frecuentes se encuentran las cataratas, que, causadas por múltiples factores, entre ellos la vejez, se evidencian por la apariencia turbia del cristalino del ojo del perro que impide que la luz llegue plenamente a la retina.
Un diagnóstico certero y temprano por parte de un especialista determinará una clara detección y diferenciación que permitirá una cirugía exitosa para preservar la vista del animal.
El glaucoma, o sea el aumento de la presión intraocular, es una condición muy dolorosa que se puede tratar con mejores resultados si hay una detección precoz.
Los síntomas del glaucoma en los perros incluyen, secreción amarilla o verde de los ojos, las pupilas dilatadas permanentemente, los ojos inyectados en sangre, una reacción tardía a la luz brillante y cambios de carácter por el dolor. El glaucoma no tratado lleva inexorablemente a la ceguera parcial o total.
Entre las enfermedades genéticas destaca la atrofia progresiva congénita de la retina que es una afección hereditaria que puede ser difícil de detectar en forma temprana por su progresión lenta lo que hace que el perro se vaya adaptando a su disminución visual. Provoca un deterioro progresivo de la retina, lo que conduce, a la larga, a la ceguera total en ambos ojos.
Una patología semejante a la anterior es el síndrome de degeneración retinal súbita, con la diferencia de que la discapacidad visual se desarrolla muy rápido y la ceguera total aparece en días o semanas, lo que dificulta la adaptación del animal a la nueva situación.
La conclusión evidente de todo lo expuesto es que la detección temprana de los signos que demuestran perdida visual permitirá una mejor resolución del problema con la subsecuente mejora de la calidad de vida del animal.