Kausar Bibi, de 20 años, dejó atrás a sus tres hijas pequeñas y a su esposo para fugarse con su amante de un matrimonio a la fuerza concertado por sus padres, una unión que la mantuvo hasta este mes prisionera por siete años en su propio hogar en el este de Pakistán.
Aunque dos semanas después, un vecino la trajo de vuelta a casa de sus padres en contra de su voluntad, Bibi tan solo tardó un día en saltar el muro de la vivienda durante la madrugada mientras todos dormían y escaparse nuevamente con su amado, Saleem Chandia.
El 22 de junio pasado, Bibi grabó una declaración en el Tribunal Superior de Multan, cercano al hogar que abandonó, transmitiendo su deseo de casarse con Chandia y poner fin a su matrimonio forzado. Una petición que el tribunal le concedió.
La mujer ha sido amenazada por su marido y por sus padres, por lo que pidió a Efe no revelar el lugar en el que vive, al tiempo que aseguró que ahora está feliz de empezar una nueva vida y nunca volverá con sus padres ni con su antiguo marido.
“Amo a mis hijas y las extraño pero amo más a Chandia, con quien me quería casar en primer lugar”, subrayó Bibi.
Su caso se suma a la tendencia al alza de matrimonios judiciales o de casamientos sin consentimiento de los padres, que están aumentando a un ritmo vertiginoso.
TODO COMIENZA EN LA INFANCIA
Los padres de Bibi la casaron cuando solo tenía trece años, una ilegalidad en el texto, pero que sigue siendo una realidad en gran parte del país, principalmente en zonas rurales donde las niñas carecen de educación y nacen en familias pobres que no pueden sustentarlas por mucho tiempo.
La Ley de Restricción del Matrimonio Infantil de 1929 establece los 18 años como la edad mínima para que los jóvenes contraigan matrimonio, mientras que lo rebaja a los 16 años en el caso de las mujeres.
Solo la provincia de Sindh, en el sureste de Pakistán, criminaliza esta práctica en todos aquellos menores de 18 años independientemente de su género.
El caso de Dua Zahra, de 17 años, fue noticia en todo el país cuando desapareció en abril de su casa en Sindh y anunció más tarde su matrimonio con un hombre de 21 años.
Su familia, recelosa de esta unión, acudió ante la justicia ya que su hija era menor de edad, pero el Tribunal Superior provincial otorgó la razón a Zahra, permitiéndola decidir sobre su futuro. Ella se decantó por continuar con su marido.
Según datos de UNICEF, en Pakistán una de cada seis mujeres son casadas durante su infancia, situando en 19 millones los matrimonios infantiles, de los cuales 4,6 millones corresponden a casamientos previos a los 15 años.
La última encuesta demográfica y de salud de Pakistán de 2017-18 muestra que el 29 % de las mujeres se casaron a los 18 años, en comparación con el 5 % de los hombres.
ESTIGMA SOCIAL
La falta de educación y la dependencia de los padres son los factores fundamentales que la presidenta de la Comisión Nacional sobre la Condición de la Mujer, Nilofar Bakhtiar, señala como causa de estas diferencias entre géneros.
“La niña que elige a su propio marido es considerada un estigma sobre la dignidad de la familia, por eso prefieren callar”, explicó a Efe Bakhtiar.
A veces se da la situación opuesta, en la que una familia obliga a sus hijas a mantenerse en el celibato para dedicarlas exclusivamente a las labores del hogar.
Fue el caso de cinco hermanas paquistaníes a quienes su padre prohibió casarse para que trabajaran en la granja de la familia, y en respuesta, las cinco se subieron a un puente en 2013 y saltaron a la vez cogidas de la mano. Solo sobrevivió una de ellas.
En el caso de los matrimonios forzados, a menudo a las niñas no se les pide su consentimiento para casarse, e incluso en ocasiones no conocen a su futuro marido hasta el día de la boda.
“Solo en la noche de bodas me enteré de que mi marido no era apto sexualmente”, cuenta a Efe una mujer de 28 años desde Taxila, cerca de Islamabad, bajo condición de anonimato.
Y es que pese a que el Gobierno de Pakistán dice esforzarse por lograr una mayor igualdad entre sexos, el país ocupó en 2021 el puesto 153 entre 156 países en el Informe Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial.
Una pesadilla que cada día viven muchas mujeres, que optan por vivir toda su vida atadas a un matrimonio infeliz, solo por cumplir el deseo de sus padres.
“Vivo y muero todos los días y noches gracias a mis padres”, sentenció resignada desde Taxila la mujer. EFE