Apunta la cámara y dispara. Analiza el resultado, le pone un filtro para cubrir las imperfecciones de su rostro y la sube a las redes sociales. Nerviosa, la aspirante a influencer espera a ver qué repercusiones tiene esta nueva apuesta fotográfica y empieza a contar los “me gusta” y los comentarios anhelando que el pequeño numerito llegue a las tres cifras, o tal vez más.
Por Clarín
Cuando esta acción comienza a repetirse de manera constante y compulsiva se la debe definir como “Selfitis”. Así lo indica el estudio publicado en la International Journal of Mental Health and Addiction por los investigadores Janarthanan Balakrishnan y Mark Griffiths.
En el artículo de los investigadores de la Universidad Nottingham Trent y la Escuela de Administración Thiagarajar (en India) se define la ‘selfitis’ como el “deseo obsesivo compulsivo de tomarse fotos y publicarlas en las redes sociales como una manera de compensar la falta de autoestima y llenar un vacío en la intimidad”.
Al mismo tiempo los investigadores desarrollaron en su trabajo la Escala de Comportamiento del Autismo (SIS). El primer nivel habla de personas que se sacan selfies al menos tres veces al día pero que luego no las publican en sus redes sociales, mientras que los casos agudos y crónicos se refieren a personas que necesitan subir selfies a las redes sociales entre 3 y 6 veces al día.
Este trastorno psicológico puede ser peligroso cuando quienes lo padecen “pueden mostrar síntomas similares a otros comportamientos potencialmente adictivos”, explicó Janarthanan Balakrishnan al New York Post.
“Cuando publico una foto, durante el primer minuto o dos, alcanzo unos 100 “me gusta”. Eso me fascina. Mi teléfono se vuelve loco, es increíble”, le contó Junaid Ahmed a la BBC. “Hace años no me veía así. Solía ser bastante natural. Pero creo que la obsesión por las redes sociales hizo que quisiera mejorarme”, reconoció.
“Me puse placas dentales, me rellené la barbilla, las mejillas, la mandíbula, los labios y me puse bótox en la parte inferior de los ojos y en la cabeza. También me tatué las cejas y me hice una criolipolisis (un procedimiento dermatológico no invasivo para eliminar grasa corporal mediante la aplicación de frío)”.
Ahmed, quien reside en Essex, Reino Unido, aseguró ser consciente del efecto negativo que pueden tener las redes sociales, pero no se lo toma muy en serio: “Lo que ves en las redes sociales no es cierto. Es divertido usarlas de la manera adecuada, pero no dejar que le afecte a uno en su vida solo por aspirar a ser lo que alguien es en Instagram… No merece la pena”.
La investigación se basó en 625 encuestas a estudiantes universitarios de la India.