La depresión arrastra al 60 por ciento de estudiantes en medicina y enfermería en centros asistenciales, quienes llevan la carga de cumplir con su formación académica entre las limitaciones del sector salud en Venezuela, sobre todo cuando se convierten en residentes en un centro médico. Especialistas confirman esta realidad registrada por el Observatorio de Universidades (OBU), que conlleva a trastornos emocionales que pueden empezar con insomnio, tratarse con ansiolíticos y en casos extremos de pensamientos suicidas.
Por Guiomar López | LA PRENSA DE LARA
Las carencias de insumos o de aparatos de radiodiagnóstico, el desgaste físico de asumir toda la responsabilidad frente a pacientes cuando no tienen acompañamiento fijo del adjunto, son algunas de las causas de depresión en los estudiantes.
Los estudiantes de ciencias de la salud resultan un pilar fundamental en estos momentos para los centros de salud pública. Pero para continuar formándose deben levantarse entre la angustia de llegar caminando al centro asistencial, cuando no cuentan con dinero en efectivo para pasajes, sentir más presión en la praxis al no contar con la indicación pertinente por la falta de algún aparato y la incertidumbre que deja el déficit de especialistas cuando han atendido pacientes sin la supervisión del experto. Una preocupación que los saca de la teoría en la academia, frente al desespero de prestar asistencia sin la suficiente dotación de insumos y hasta enfrentarse a las reacciones de violencia por el desespero de familiares que claman por una atención general.
“Es duro trabajar así y es lo mismo que vive el personal sanitario, cuando estás en plena formación y conoces de la inseguridad en hospitales, resolver sin todos los recursos y hasta la agresión en primera línea para residentes o enfermeras”, lamenta Huniades Urbina, secretario general de la Academia Nacional de Medicina.
Urbina detalla la frustración que se somatiza con tanto desgaste, considerando casos en los que los universitarios ni siquiera llevan suficiente comida para aguantar el trajín de cada guardia. Es la preocupación por cumplir con toda la exigencia académica.
Según Elda Jiménez, presidenta de Colegio de Enfermeras de Lara, efectivamente es más recurrente entre los cursantes de posgrados cuando terminan expuestos entre ciertas técnicas incorrectas por la falta de práctica. “Es un riesgo latente al carecer de recursos y aparatos”, advierte de esa pericia que aprenden del especialista cuando deben resolver con otro tipo de nebulización, diferente a la tradicional.
Ese panorama también lo describe la enfermera María Esther Escobar, al precisar que se aprende de las complicaciones del paciente y la pertinencia de frenar lo que puede hasta llevar a la fatalidad. “Uno aprecia que muchas veces deben traer sus propios equipos”, reitera de quienes se preparan en otorrinolaringología, traumatología, urología u otros.
Más allá del rendimiento académico, prevalece el factor psicológico y con la presión de cuidarse de algún proceso judicial. La tranquilidad se tambalea entre los pasillos de centros asistenciales que no aseguran la dotación suficiente de insumos. Se quedan víctimas de sufrir el síndrome de Burnout, producto de someterse al estrés crónico en determinados ambientes y que es común entre el personal sanitario expuesto sin las condiciones en infraestructura y equipamiento hospitalario.
Siguen por resiliencia
El aplauso de respeto y admiración se escucha con la valoración de esa actitud resiliente que mantiene a los universitarios de la salud en centros asistenciales, tal como los consideran desde sindicatos de trabajadores sanitarios, al reconocer el esmero por cumplir con todas sus responsabilidades, pese al estado emocional.
“Sin insumos ni implementos necesarios, así se debaten estos profesionales”, recalca Alberto Domínguez desde el sindicato del Seguro Social, al reiterar las denuncias permanentes sobre la falta de tomógrafos y hasta del laboratorio que permitan una óptima formación.
Euclides Durán, desde el Sindicato de Trabajadores de la Salud, recalca también esa carga por falta de recursos financieros y enfrentarse a esa necesidad de contar con los insumos. Además de la zozobra por la instalación de inspectores.