Desde hace 6 años, Freddy García encontró su misión de vida a través del camino de la misericordia que lleva a cabo la hermandad de Emaús y Orden de la Merced, grupos de laicos y sacerdotes de la Iglesia Católica en Táchira, cuya labor se enfoca en donaciones y realizar obras de caridad humana a los privados de libertad de la entidad.
Por Anggy Polanco / Corresponsalía La Patilla
La hermandad de Emaús se creó en el estado Táchira en el año 2012, y con el tiempo sus integrantes se fueron organizando en grupos para llevar comidas a los hospitales, ancianatos, entre otros sitios.
Y es que visitar a los presos es una verdadera obra de misericordia, pues ellos son los grandes rechazados de la sociedad. Sin embargo, para este grupo de religiosos significa darle una oportunidad y hacer todo lo que está en sus manos: llevar el pan material y espiritual, auxiliar, socorrer y promocionar humanamente al preso.
“Mi trabajo está en la evangelización desde las calles hacia la iglesia, y abrir un nuevo camino, una esperanza a la inclusión y reinserción social”, así lo describe Freddy, quien coordina las visitas a los privados de libertad de diversos centros de reclusión de la capital tachirense, para luego ayudarlos a conseguir trabajo en distintos sitios y de esa forma reinsertarlos en la sociedad para que sigan el camino del bien y con un propósito de crecimiento continuo.
Pan material y espiritual
El grupo de misericordia que lidera Freddy ha logrado establecer alianzas con las autoridades de los recintos donde mantienen a personas bajo reclusión, así como también con otros entes públicos, con los que laboran hombro a hombro.
“Actualmente, la juez rectora nos colabora en todo lo que en ella esté a su alcance, al igual que la fiscalía, siendo nuestro apoyo interno la fiscal Yanina Peñaloza, que no es lo que la gente ve de un fiscal, es un ser humano espectacular que día a día nos sorprende más con las ganas de ayudar al crecimiento moral y espiritual de cada uno de los privados de libertad”, describe García.
El alimento material y espiritual del grupo de misericordia llega a los presos de los centros de reclusión, Cuerpos de Investigaciones Científica, Penales y Criminalísticas (Cicpc Táchira), Politáchira y Policía Municipal de San Cristóbal. Cada que vez acuden a estos recintos, logran repartir al menos 350 porciones de almuerzos.
A cada visita dentro del recinto de reclusión acuden distintos grupos de apostolado de diversas parroquias, para compartir un momento de reflexión personal y espiritual. “Creemos en las oportunidades. Estamos convencidos de que la persona puede cambiar, y por eso apostamos. Nosotros no somos quién para juzgar y etiquetar. Cada persona, cada interno, tiene una historia de vida y hay que respetarla”, expone el voluntario.
Para el grupo de Misericordia de Emaús no es importante saber las circunstancias o factores por las que un recluso cayó en prisión. Por el contrario, se dedican a acompañar, a estar en un momento circunstancial, que no es definitivo y no los define.
De allí que el servicio es hacer visible la posibilidad de cambio, pero desde la fe, movidos por la caridad, la generosidad, tomando en cuenta que los internos de los centros de reclusión son hermanos también.
Retos para reinsertar a un recluso
“Se necesita corazón y caridad. Los sistemas penitenciarios están viciados y la mayoría son punitivos. Pero debemos ofrecer una alternativa, y es la de la oportunidad. Todos tenemos el derecho a una oportunidad y a cambiar”, considera el coordinador de Misericordia de Emaús.
Refiere que hacer conciencia, educar, formar en la sensibilidad del cambio y la oportunidad en la sociedad es fundamental para lograr reinsertar a los privados de libertad.
“Jesucristo lo hizo con nosotros, cada día es una oportunidad de vida. La Orden de la Merced en su carisma redentor ofrece esa posibilidad de dar la vida por el que está en peligro de perder su fe, y nosotros lo vemos en el privado de libertad. Creemos en la reinserción. Hay que buscar las maneras, ayúdanos a hacerlo. ¡Hagamos Merced!”, finalizó Freddy.