La infancia de Emery Jesús Hernández Tovar, transcurrió como la de cualquier otro niño normal; en la población de Santa Teresa del Tuy, estado Miranda.
Por 2001
Un Emery que al ser menor de edad, entre las décadas de 1990 y la del 2000, contó con representantes que se esforzaron para que no le faltara nada en su desarrollo; e incluso fue inscrito en colegios privados, en la búsqueda de garantizar quizás una mayor y más esmerada educación, tanto primaria como secundaria.
Pero sin dudas, la misión falló…
Al cumplir 18 años, cometió su primera violación; delito que no contó con denuncia formal, pero que ha empezado a relucir tras hacerse del conocimiento público su condición de aberrado serial.
En el año 2012, repite nuevamente lo que venía en ejecución: abusa sexualmente de tres niñas pequeñas en Los Valles del Tuy y esto le genera su primera denuncia oficial ante los órganos competentes. Las infantes resultaron ser sus sobrinas, todo habría quedado en una suposición y el caso no trascendió.
Emery Jesús Hernández encontró un poder aliado para su aberración…
Se convirtió con el paso del corto tiempo, en funcionario policial; y este nuevo rango en el que debía convertirse en un elemento para la seguridad, le otorgó poder a su enfermedad. No sólo abusaba sexualmente de sus víctimas seleccionadas, sino que combinaba este delito con el abuso de poder para perpetrar.
En este lapso, los abusos sexuales contra niñas y mujeres de todas las edades, pasan del centenar. Las denuncias formales sólo rondan las 15, números preocupantes emanados de una sociedad abusada que poco confía en los órganos de autoridad.
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