La muerte del ex primer ministro japonés Shinzo Abe durante un acto de campaña en la histórica ciudad de Nara se suma a una larga lista de atentados políticos en las últimas tres décadas. Japón no es ajeno al terrorismo ni a la violencia política: hasta la II Guerra Mundial, tres primeros ministros fueron asesinados en el ejercicio de su cargo. En 1960, el político socialista Inejiro Asanuma murió durante un mitin televisado tras recibir una cuchillada de un ultranacionalista de 17 años. Sin embargo, Japón es hoy uno de los países más seguros del mundo, donde el uso de armas de fuego es inusual y, por norma general, limitado a las organizaciones criminales como la yakuza. Sin duda, el atentado contra Abe ha conmocionado a una sociedad japonesa no habituada a este tipo de sucesos.
Por: El País
El asesinato del presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy en 1963 supuso un antes y un después en el imaginario global de los magnicidios. En los años setenta del siglo pasado, más de 15 mandatarios murieron en el ejercicio de su cargo. Sin embargo, esa cifra se redujo drásticamente a partir de la década de los noventa. Desde entonces y hasta hoy, solo cinco presidentes han muerto en ataques contra su vida, el último de ellos, el jefe de Estado de Haití Jovenel Moise que recibió varios disparos en julio del pasado año mientras dormía en su domicilio.
Especialmente traumáticos fueron los asesinatos del primer ministro sueco Olof Palme a la salida de un cine en Estocolmo en 1986 —un crimen resuelto finalmente en 2020, cuando la policía sueca consideró que el responsable era un hombre ya fallecido—, el del primer ministro israelí Isaac Rabin, en un mitin por la paz en Tel Aviv en 1995, y el del primer ministro serbio Zoran Djindjic, asesinado por un francotirador en 2003.
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