Empezó con los síntomas de conjuntivitis y terminó con un parásito que le comió las córneas

Empezó con los síntomas de conjuntivitis y terminó con un parásito que le comió las córneas

Antes de perder la visión, Débora daba clases de Zumba.

 

 

 

Débora Benjamín tiene 39 años y hace cuatro está ciega. Benjamín, madre de tres chicos, comenzó a perder la visión luego de que un parásito ingresara en su sistema y afectara sus córneas.

Por Clarín

“Yo, por lo que me dijeron, tenía un lugar de absceso que era un úlcera corneal en el ojo derecho. Este parásito está en el agua, se ve que me lavé la cara y fue a mis ojos. Ingresó y me empezó a doler. En realidad este parásito necesita un lugar de acceso así que podría haber entrado por ejemplo por los intestinos y te puede llevar a la muerte. Pero en mi caso entró por los ojos, por una herida” explica Benjamín.

Cuando comenzó con los síntomas, los médicos procedieron a realizar estudios. Al obtener los resultados le informaron a Benjamín que padecía una infección que debía ser tratada con urgencia.

“Tuve una infección muy grande, porque se me hizo una conjuntivitis. Pasó de un ojo al otro y ahí se afectaron los dos. Me dieron medicamentos, eran cada 8 horas. Pero yo sentía fuego en los ojos. Me aliviaban y las empecé usar más seguido. Al final fueron las gotas lo que me hicieron mal, me quemaron las células madres y perjudicaron gran parte”.

Aunque el dolor pasó, Benjamín fue quedándose ciega de a poco. Sus córneas debido a la infección y a la sobre medicación se vieron muy afectadas por lo que su única opción eran los trasplantes.

 

Una conjuntivitis muy severa le lastimó los dos ojos “y ahí entró el parásito por la herida”, cuenta.

 

“Me hicieron cinco trasplantes. Me duraban sólo una semana y después las córneas se ponían opacas, después más blancas, después bultos y ahora ya no distingo colores. Lo única posibilidad que tengo ahora es la prótesis, porque como no tengo células madres mi cuerpo rechaza las córneas” cuenta Benjamín.

Cuando los médicos le comunicaron que su única opción para volver a ver era con una prótesis que se fabrica en la Universidad de Boston Benjamín se puso a investigar si la obra social lo cubría, ya que tanto el producto como la cirugía son muy costosos.

“Mis doctores me dijeron que la opción que queda es la prótesis. Pensé que Galeno la iba a cubrir. No usa células madre, que es lo que a mi me falta. Sólo lleva un encastre de una córnea humana. Con la prótesis yo vería como a través de una cerradura. Suena raro pero para mí sería lo mejor”.

Y continúa: “se llama Queratoprótesis de Boston. La operación con el trasplante sale $25.000 dólares más IVA. Me operarían acá pero hay que comprar y traer la prótesis. Estuve intentando que el ANMAT la apruebe, pero la rechazaron. Entonces la prepaga no la reconoce, por lo que no la paga” explica Benjamín.

Con respecto a la cotidianeidad y su trabajo Benjamín explica que su realidad dio una vuelta de 180 grados, ya que perdió la visión, prácticamente, de un día para otro, por lo que su vida se vio afectada en todos los planos.

 

A su hija menor, que nació hace dos años, nunca la vio.

 

“Trabajaba en una empresa de logística pero después de quedarme ciega me dijeron que ya no había un puesto para mí, después de 15 años de trabajar para ellos. Yo necesitaba pagar las cuentas, necesito darle de comer a mis hijos, vestirlos. Yo estaba en un mal momento, necesitaba sentirme útil. Me fui discapacitada y ciega. Ahora me jubilé, es un retiro transitorio por invalidez”.

Explica que adaptarse a lo nuevo le costó demasiado y que es un proceso que sigue aceptando, pero que no quiere darse por vencida. Por eso recurre a la solidaridad de la gente, ya que por el lado burocrático afirma no conseguir nada y del estrés le han aparecido otros problemas de salud.

“Al principio me llevé puertas, ventanas, placares. Empecé a usar las manos para reconocer las cosas y guiarme. Los que me rodeaban se fueron adaptando a la par mío. Después quedé embarazada y tuve un ACV en el séptimo mes por el exceso de estrés. Me quedé paralizada por la mitad del cuerpo y decidí seguir adelante. Hice rehabilitación y fui mejorando”.

Benjamín insiste en la generosidad de la gente y su entorno que la han ayudado en los peores momentos. Desde eventos solidarios hasta campañas para difundir su historia, todo colabora con el objetivo final que pueda recuperar la vista.

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