Hay personas que mantienen una relación estrecha con la muerte. Hombres y mujeres que intuyen el momento exacto en el que van a morir, otros que parecen decidir por sí mismos el día y la hora, adelantando o retrasando su muerte, sueños premonitorios o presentimientos. Hay experiencias cercanas a un fallecimiento que, según un informe publicado por la cadena británica BBC, parecen descifrar una de las grandes dudas de la humanidad: qué se siente en el momento que morimos.
Por: Clarín
La ciencia no pudo hasta ahora ser capaz de ofrecer algún tipo de respuesta, por lo que se suelen contar sucesos paranormales o sobrenaturales para intentar una explicación valedera.
Según publica la BBC, en la última etapa cuando se acerca la muerte, las personas suelen estar muy insensibles. Pero algunos experimentos cuentan una historia muy distinta.
Un grupo de científicos de la Universidad de Michigan vienen trabajando en ese tema desde 2013, y para comenzar observaron a las ratas de laboratorio. Decidieron medir su actividad cerebral en el momento de su muerte, y llegaron a una conclusión muy especial. Tras sufrir un paro cardíaco, las ratas, que no tenían latidos cardíacos ni respiraban, aumentaban su actividad cerebral global.
Incluso mostraron niveles de ondas gamma bajas diferentes a las que tienen las ratas durante el estado normal de vigilia: estaban más sincronizadas en todo el cerebro. Los expertos relacionaron ese tipo específico de actividad cerebral que se daba cuando las ratas morían, con estudios anteriores sobre la percepción consciente de las personas, y planteó la posibilidad de que el cerebro no está inactivo cuando nos morimos.
Luego, en 2018, otro trabajo de investigación en el Imperial College de Londres, se centró en las alucinaciones del momento de la muerte. Compararon, por un lado, el relato de las personas tras ser reanimadas después de la muerte clínica, que en un 20% vieron “algo”, y por otro lado las alucinaciones que provoca una droga psicodélica, el DMT, que incide sobre la percepción, el afecto y la cognición.
Ambas experiencias presentan varias coincidencias: la sensación de “trascendencia del tiempo y el espacio” y una especie de “unidad con objetos y personas cercanas”. “Creo que la principal lección de la investigación es que podemos encontrar la muerte en la vida y en las experiencias de la vida”, señaló e l doctor Chris Timmermann, a cargo de la investigación en el Imperial College de Londres.
“Lo que sabemos ahora es que parece haber un aumento de la actividad eléctrica, que puede ser responsable de las experiencias cercanas a la muerte”. Para el especialista, nuestros cerebros pueden estar simulando una forma de realidad. Pero también estima que muchos olvidan estas percepciones luego de experimentarlas, o no las pueden racionalizar: “Lo que creo que pasa es que la experiencia es tan novedosa, que es inefable o difícil de poner en palabras”, afirmó.
Qué se siente al morir
Al paro respiratorio le seguirá el paro cardíaco. La actividad del cerebro disminuye y, de 4 a 6 minutos después, quedará dañado irremediablemente. Es en este periodo de tiempo cuando, en un último adiós, el cerebro se pone en marcha y produce alucinaciones como la luz al final del túnel o el recuerdo de los seres amados.
A la muerte cerebral (sin actividad neuronal) le sigue la Pallor mortis, palidez que ocurre en los 15-120 minutos posteriores a la muerte. A esta le sigue el Livor mortis, que es una coloración rojiza-amoratada de las partes del cuerpo, debida a una acumulación de la sangre en esas zonas.
Luego, la temperatura corporal desciende hasta el nivel del ambiente (Algor mortis). Nunca un muerto estará más frío que el medio que le rodea.
Dos horas después, los cambios químicos en los músculos causarán un estado de rigidez (del latín rigor) e inflexibilidad en las extremidades del cuerpo, esto es conocido como Rigor mortis. Mover un cuerpo en estas condiciones es extremadamente difícil. De las 24-36 horas después del fallecimiento, la rigidez es invencible a no ser que rompamos los tejidos. A partir de las 36 horas la rigidez desaparece paulatinamente.
Finalmente, iniciará la descomposición y los colores y olores que la acompañan. El color de los cadáveres en esta etapa se debe a que las bacterias oxidan la hemoglobina y producen metano y propano, gases que infiltran todo el cuerpo y lo inflan hasta que sus miembros se extienden, produciendo inflamación en los ojos, las venas, la lengua y los genitales.