El debate continúa sobre la relación entre vacunas antiCovid y problemas cardiacos

El debate continúa sobre la relación entre vacunas antiCovid y problemas cardiacos

Una enfermera prepara una dosis de la vacuna rusa Sputnik V, durante una jornada de vacunación en Caracas (Venezuela). EFE/Rayner Peña R./Archivo

 

El riesgo de sufrir problemas cardiacos tras recibir una vacuna anticovid basada en la tecnología del ARN mensajero es bajo, pero no es totalmente descartable y algunos científicos lamentan la falta de estudios exhaustivos.

“Hace más de un año y medio que estamos utilizando masivamente la vacuna de ARN mensajero, pero aún no tenemos una certeza absoluta” sobre sus riesgos cardiovasculares, reconocieron en un reciente editorial en el British Medical Journal dos investigadores estadounidenses, Jing Luo y Walid Gellad.





Ese texto, publicado a mediados de julio, es un artículo de opinión basado en un vasto estudio incluido en la misma revista, sobre la frecuencia de miocarditis y periocarditis, dos tipos de inflamación cardiaca, tras la vacunación mediante Moderna o Pfizer/BioNTech.

Los riesgos fueron detectados rápidamente tras el lanzamiento masivo de las campañas de vacunación el año pasado. Los críticos de esas campañas de vacunación utilizaron ese argumento para oponerse a ser inoculados.

Pero la frecuencia de esos problemas cardiacos es rara, y a la vista del tiempo transcurrido, no parecen haber generado complicaciones graves en la gran mayoría de casos.

Además, el propio covid-19 genera riesgos cardiovasculares.

Pero los editorialistas del BMJ reconocen que hay razones para sentirse insatisfechos en la comunidad científica acerca del grado de conocimiento de esos riesgos.

“Es verdad que las miocarditis son raras después de la vacunación”, explican esos expertos. “Pero, ¿hasta qué punto? La cuestión tiene una importancia crucial”.

El estudio que acompaña ese editorial ha sido realizado a partir de los resultados de unos cincuenta trabajos de campo previos.

El riesgo de miocarditis es incontestablemente mayor entre los hombres jóvenes. Y al parecer, aunque las conclusiones parecen menos evidentes, ese riesgo está más relacionado con una vacuna Moderna que con la de Pfizer/BioNTech.

Países como Francia decidieron en su momento inocular la vacuna de Moderna a los mayores de 30 años, mientras que otros países, como Estados Unidos, no hicieron esa distinción.

– ¿Qué sucede con las dosis de refuerzo? –

El estudio no despeja todas las dudas, porque las metolodogías de trabajo varían mucho en función de cada análisis, y algunos datos obtenidos son insatisfactorios.

Por ejemplo, la vacunación de niños, autorizada en muchos países, pero que nunca llegó realmente a despegar a causa de la reticencia de los padres.

Aunque las miocarditis parecen ser “muy raras entre los niños de 5 a 11 años”, los datos son incompletos, explican los autores del artículo.

En la mayoría de casos, las miocarditis y las periocarditis se han resuelto sin mayor gravedad, pero no ha habido un seguimiento a largo plazo. Así que los científicos desconocen el riesgo de secuelas.

Tampoco se sabe si los riesgos vuelven a aumentar tras cada dosis de refuerzo, un dato decisivo a la hora de planificar la campañas de vacunación a largo plazo en los países más avanzados, donde la vacunación básica prácticamente está cerrada.

Un equipo francés publicó este viernes un informe, que aun debe ser sometido a evaluación independiente, a partir de datos de la campaña de vacunación pública en ese país.

Los autores concluyen que el riesgo de miocarditis aumenta efectivamente con una dosis de refuerzo de Pfizer/BioNTech o Moderna, pero con menor intensidad que con la vacuna inicial.

“Además el riesgo disminuye con la extensión de los plazos entre cada dosis”, constatan los autores del estudio, que ha sido dirigido por el epidemiologista Mahmoud Zureik para Epi-Phare, una estructura pública francesa. AFP