La llamada ley del odio, aprobada por el régimen a través de su constituyente fraudulenta de 2017, es sólo aplicable a los opositores de verdad – verdad y a quienes les estorben a los más altos funcionarios públicos al quitarse del medio a un contratista que cayó en desgracia, o algo parecido. Además de absurda pieza legal, un disparate que muy bien lo apreciamos quienes tenemos conocimientos en materia penal y criminológica, es un ejemplo descarnado de nauseabundo cinismo. De Nicolás Maduro para abajo, los grandes cacaos de la usurpación pueden insultar e insultan al más pintado, agredir verbalmente incluso a familiares y amigos, volver leña la reputación moral de una persona a través de la radio y televisión abierta. No hay límites para ello. Y, si se denuncia aún con pruebas a un ladrón del tesoro público, éste puede moverse y aplicarle la ley del odio (y con todo el odio del mundo).
Creo que fue Gustavo Coronel el que recordaba por estos días un caso, el de un tal Angel Rodríguez que duró como ministro de electricidad de Hugo Chávez unos tres meses y fue tal la incompetencia que lo mandó a botar del mismo Palacio de Miraflores. Conocía al oriental desde los tiempos de Yare, en los que lo visitaba como dirigente obrero. El mayor escándalo lo produjo el ministro cuando Raimundo y todo el mundo sabía que se robaba la electricidad, la tomaba de un dispositivo público. Todo el mundo fotografió la cosa y fue ampliamente difundida y, claro, agregamos nosotros, no había ley del odio en 2009, por lo que era muy temerario que el ministrico demandara a los periódicos que tenía la prueba en la mano. El sujeto pasó por el Parlatino y prosiguió premiado hasta ser y que diputado de la fraudulenta asambleíta nacional de 2020. Ahí es nada más y nada menos que presidente de la Comisión de Petróleo, según escribe Gustavo.
Nunca será ministro y presidente de PDVSA porque ya vimos que fue un raterito de la electricidad pública, aunque todo es posible en la Venezuela socialista. Pero además de demostrar que por algo está ahí, en su curul, y es porque representa ciertos intereses de las mafias, tenemos que es un extraordinario emblema de la doble moral que acogerá muy bien el Foro de Sao Paulo para las menundencias políticas del continente. Están amparados por la ley del odio y todos los jueces del régimen. Quienes quebraron y saquearon la industria eléctrica de mi país, gozan de inmunidad ética: quien los señale con un dedo, se lo cortan.