El enriquecimiento- razón de ser y existir de la mafia empoderada y su falsa oposición instrumental a ella- conduce a la nación al punto de su disolución. La concibieron del tamaño de sus bolsillos, sin valorar el bien común sino la procura de sus intereses particulares. Sacrificaron la moral y la ética de la sociedad. Al desterrar sus principios y valores persiguen el envilecimiento del alma colectiva.
Vivimos, sufrimos y aguantamos buscando la esperanza hasta por debajo de las piedras y no nos quedaremos, jamás, de brazos cruzados. Las comunidades son piedras preciosas que se reconstruyen, dentro de enormes limitaciones, en modo vecinal para resolver los acuciantes problemas y necesidades. El nuevo liderazgo tiene el desafío de engranar esa fuerza vitalizada en su complicado contexto y convertirla en río caudaloso, eso se logra con presencia, cercanía, hábitos de encuentro, promoción humana y cero manipulación. El nuevo liderazgo tiene que estar desde ya junto al pueblo, que se encuentra volcado en las calles protestando, hay que acompañarlo genuina y solidariamente. Acompañarlo, estar presente. Con los liderazgos vencidos seguiremos sumergidos en la bancarrota moral.
La falsa oposición se acomodó al régimen, ya no engaña a nadie, y sabemos que es la oposición a su medida. Se conforma con una jaula más grande y no tiene los mismos objetivos de la nueva dirección política que se perfila. La unidad de propósitos es para ponerle cese a la usurpación y democratizar el país. No podemos avanzar en el mismo bote con aquellos que van concentrados en abrirle huecos.
No dejaremos la cancha libre a la ignominia y la componenda, y bien dispuestos, con el poder que si tenemos, vamos a escoger a nuestros interlocutores, en una lucha que para nosotros es ética y de ideas. Es la manera de abrirles camino a muchos venezolanos que quieren participar, aquí y afuera.
¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!