En el COP26 (2021) se estableció que los países deben ir, cuanto antes, a la sustitución de los combustibles fósiles en su matriz energética. Para el 2021, Noruega es el país que utiliza mayor energías no emisoras de CO2 en su matriz energética, con un 72.4 % del total de la energía consumida.
Muchos piensan que la descarbonización del sistema energético global es algo nuevo y que tiene un sentido esnobista. Nada más alejado a la realidad, tal como se observa en la grafica a continuación donde se destacan las principales cumbres climáticas realizadas hasta la fecha.
En el año 1992 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realiza la 1ra. Convención Marco sobre Cambio Climático. Se reconoce la existencia del problema del cambio climático, y establece un objetivo único: lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera con el fin de impedir interferencias antropogénicas (causadas por el ser humano) peligrosas en el sistema climático.
Las conferencias evolucionan y en el 2015 los Estados miembros de la ONU, aprueban la Agenda 2030 en la cual se establece un plan para alcanzar 17 objetivos en 15 años. El Objetivo número 7 se refiere a: Energía asequible y no contaminante.
Para el mismo año (2015), se realiza el COP21 en Paris, adoptándose un acuerdo (Acuerdo de Paris) que establece el marco global de lucha contra el cambio climático a partir de 2020. Se trata de un acuerdo histórico de lucha contra el cambio climático, que promueve una transición hacia una economía baja en emisiones y resiliente al cambio climático. Es un texto que refleja y tiene en cuenta las diferentes realidades de los países, es justo, ambicioso, duradero, equilibrado y jurídicamente vinculante. (Ver ANEXO I)
En el 2021, se realiza el COP26 en Glasgow, con el lema “Juntos por el Planeta”. La cumbre tuvo como marco aspectos claves del cambio climático: los fundamentos científicos, las soluciones, la voluntad políticas de tomar medidas y las indicaciones claras para la acción por el clima. El Pacto de Glasgow fue refrendado por 200 países y la decisión más controversial fue el abandono de los combustibles fósiles. De igual manera 103 países, 15 de ellos grandes emisores, se adhirieron al Global Methane Pledge (Compromiso Global por el Metano), cuyo objetivo es limitar las emisiones de metano en un 30 % (en relación con los niveles de 2020) de aquí a 2030. (Ver ANEXO II)
En definitiva, el mundo está inmerso en una transición energética irreversible con el objeto de descarbonizar el sistema global de energía para afrontar con éxito el cambio climático. La gráfica a continuación de una manera sintetizada presenta esa inmersión.
El 1er eslabón de la cadena (Agenda 2030) es la que estamos viviendo. Es una etapa de mucha incertidumbre, caos, marchas y contramarchas, resistencia al cambio, etc. Se presentan muchas soluciones y vías tecnológicas para alcanzar la transición energética. Países con mayor avances que otros en el divorcio de las energías fósiles. En definitiva es una fase creativa, de construcción y de reacomodo o adaptación al modo nuevo de hacer las cosas, ya que la transición energética impacta a todo los quehaceres del mundo actual. (Ver Grafica)
El 2do. eslabón es el correspondiente a las premisas, lineamientos y rutas basadas en los resultados que se van teniendo del 1er eslabón. Se realizan ajustes dinámicos para continuar en la ruta establecida para alcanzar la descarbonización del sistema global de energía en el 2050. En este eslabón existe menos incertidumbre, tecnologías más maduras y menor marchas y contramarchas. Los países ya se encuentran dentro de la ruta de la emisión neta cero de CO2.
La grafica a continuación muestra la jerarquización de los países en función del mayor uso de las energías no emisoras de CO2 dentro de su matriz energética, para el año 2021. Destacan (Top 10): Noruega, Suecia, Finlandia, Suiza, Francia, Brasil, N. Zelandia, Austria, Canadá y Colombia.
Como corolario se puede inferir que el mayor reto que tiene la humanidad en el siglo XXI es minimizar el cambio climático (eliminar?). Lo importante es que se ha tomado conciencia sobre tal problemática, y se han establecido rutas para minimizar las emisiones de CO2.
En la actualidad hay países que han avanzado más que otros en ir sustituyendo las energías fósiles por las no emisoras de CO2, incluyendo el gas natural por ser este el hidrocarburo más amigable al ambiente.
Lo que sí es cierto, es que la transición energética está en plena marcha, y que es un proceso irreversible. La descarbonización del sistema energético mundial no es un esnobismo, es un compromiso que tienen los países para combatir el cambio climático, y poder así garantizar la continuidad de la especie humana en el planeta Tierra.
ANEXO I
Principales resultados del COP21. Los elementos del Acuerdo de París
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Tiene como objetivo fundamental evitar que el incremento de la temperatura media global supere los 2ºC respecto a los niveles preindustriales y busca, además, promover esfuerzos adicionales que hagan posible que el calentamiento global no supere los 1,5ºC.
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Reconoce la necesidad de que las emisiones globales toquen techo lo antes posible, asumiendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo. Además, incluye la importancia de conseguir una senda de reducción de emisiones a medio y largo plazo, coherente con un escenario de neutralidad de carbono en la segunda mitad de siglo, es decir, un equilibrio entre las emisiones y las absorciones de gases de efecto invernadero.
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Compromete a todos los países a que, cada cinco años, comuniquen y mantengan sus objetivos de reducción de emisiones, así como la puesta en marcha de políticas y medidas nacionales para alcanzar dichos objetivos.
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Incluye un ciclo de revisión o sistema de ambición que establece que, cada cinco años (empezando en 2023), es necesario hacer un balance del estado de la implementación del Acuerdo respecto al objetivo de los 2ºC citado en el primer párrafo.
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Pone en valor la importancia de adaptarse a los efectos adversos del cambio climático, estableciendo un objetivo global de aumento de la capacidad de adaptación y reducción de la vulnerabilidad, en un contexto en el que todos los países se están enfrentando a los impactos derivados del cambio climático. La adaptación debe definirse a nivel de país, de forma transparente y valorando cuestiones transversales. Los países han de participar en los procesos de planificación, así como presentar y actualizar periódicamente comunicaciones sobre adaptación.
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Sienta las bases para una transformación hacia modelos de desarrollo bajos en emisiones. Para ello, se cuenta con un importante paquete financiero que ayudará a la implementación del Acuerdo y que deberá construirse sobre la base del objetivo, para los países desarrollados, de movilización de 100.000 millones de dólares anuales, a partir de 2020, a través de distintas fuentes. Este objetivo se revisará al alza antes de 2025.
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Anima, por primera vez, a los países en desarrollo a que proporcionen financiación de manera voluntaria; si bien se mantiene el liderazgo de los países desarrollados a la hora de movilizar recursos financieros.
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Reconoce la importancia de fortalecer las capacidades de los países en desarrollo. De ahí la creación de un Comité para el fortalecimiento de capacidades (Comité de París), con el fin de detectar lagunas y necesidades en países en desarrollo en esta materia.
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Refuerza el sistema actual de transparencia y rendición de cuentas de la CMNUCC para fortalecer la confianza entre los países, sobre la base de un sistema de información claro y común, en particular sobre cifras de emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero y apoyo proporcionado y recibido.
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Crea un Comité, destinado a facilitar la aplicación del Acuerdo y promover su cumplimiento, por todas las Partes. Este Comité tiene naturaleza facilitadora, no contenciosa y no punitiva.
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El Acuerdo de París entrará en vigor cuando sea ratificado por, al menos, 55 Partes que representen como mínimo el 55% de las emisiones globales totales.
ANEXO II
Principales resultados del COP26. Pacto de Glasgow
Reconocimiento de la emergencia. Los países reafirmaron el objetivo del Pacto de París de limitar el incremento de la temperatura media mundial a 2 °C por encima del nivel preindustrial y esforzarse por no superar 1,5 °C. Además, expresaron la “alarma y máxima preocupación en relación con las actividades humanas que han provocado un incremento de 1,1 °C en las temperaturas hasta la fecha, los efectos del cual ya se aprecian en todas las regiones, y con que los presupuestos de carbono actuales destinados a alcanzar el objetivo de temperatura del Pacto de París son poco ambiciosos y se exceden rápidamente”. Reconocieron que la repercusión del cambio climático será mucho menor con un incremento de la temperatura de 1,5 °C que de 2 °C.
Intensificación de la acción por el clima. Los países subrayaron la urgencia de actuar “en esta década crítica”, en la que las emisiones de dióxido de carbono deben reducirse un 45 % con el fin de alcanzar las emisiones netas cero para mediados de siglo. Los planes climáticos actuales, las contribuciones determinadas a nivel nacional, no obstante, son de carácter poco ambicioso, por lo que el Pacto de Glasgow para el Clima insta a los países a presentar planes nacionales más enérgicos el próximo año, en lugar de en 2025, que era el momento previsto. Los países también solicitaron a la CMNUCC que realizara un informe de síntesis de las contribuciones determinadas a nivel nacional para evaluar el nivel actual de ambición.
Abandono de los combustibles fósiles. En la que quizás sea la decisión más controvertida de Glasgow, los países acabaron por acordar una disposición por la que se pide la reducción del carbón como fuente de energía y la eliminación gradual de los subsidios “ineficientes” a los combustibles fósiles, dos aspectos cruciales que nunca antes se habían mencionado explícitamente en las decisiones adoptadas en las conversaciones de las Naciones Unidas en materia de cambio climático, pese a que el carbón, el petróleo y el gas son los principales causantes del calentamiento global. Diversos países y ONG expresaron su descontento por que los términos relativos al carbón se hubieran suavizado significativamente (de eliminar a reducir gradualmente) y, por tanto, no fueran tan ambiciosos como deberían.
Financiación para la acción climática. Los países desarrollados llegaron a Glasgow sin haber cumplido su promesa de proporcionar a los países en desarrollo 100.000 millones de USD al año. Los resultados de Glasgow, una expresión de arrepentimiento, reafirman la promesa y urgen a los países desarrollados a facilitar los 100.000 millones de USD anuales con carácter de urgencia. En un informe, los países desarrollados expresaron su confianza de que dicho objetivo de financiación se alcanzará en 2023.
Incremento del apoyo a la adaptación. El Pacto de Glasgow reclama que se doble la financiación para apoyar a los países en desarrollo en la adaptación ante los efectos del cambio climático y el fortalecimiento de la resiliencia. De esta forma, no se cubren todos los fondos que los países más pobres necesitan, pero se aumenta significativamente la financiación para proteger vidas y medios de subsistencia, lo que a día de hoy representa solo alrededor del 25 % de todos los fondos relacionados con el clima (mientras que el 75 % se destina a tecnologías verdes para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero). En Glasgow, también se estableció un programa de trabajo para determinar un objetivo global en materia de adaptación en el que se definan las necesidades y soluciones colectivas en relación con la crisis climática, que ya afecta a numerosos países.
Compleción de las normas de aplicación del Acuerdo de París. Los países llegaron a un acuerdo sobre las cuestiones pendientes en lo tocante a las normas de aplicación del Acuerdo de París, los detalles operativos para la implementación práctica del citado Acuerdo de París. Entre ellas se incluyen las normas relacionadas con los mercados del carbono, que permiten a los países con dificultades para alcanzar sus objetivos de emisiones comprar reducciones de otros estados que ya han superado sus propios objetivos. También se llevaron a término negociaciones sobre un marco de transparencia reforzado, donde se estipulan plazos comunes y formatos acordados para que los países informen periódicamente sobre sus avances, con el objetivo de fomentar la confianza en que todos los países contribuyen al esfuerzo mundial.
Atención a las pérdidas y daños. Al reconocer que el cambio climático cada vez afecta más a las personas, especialmente en los países en desarrollo, los países acuerdan fortalecer una red (la Red de Santiago) que conecte a los países vulnerables con proveedores de asistencia técnica, conocimientos y recursos para hacer frente a los riesgos climáticos. Además, presentaron un nuevo “Diálogo de Glasgow” para abordar los acuerdos de financiación para actividades destinadas a evitar, reducir al mínimo y afrontar las pérdidas y los daños relacionados con los efectos adversos del cambio climático.
Nuevos pactos y anuncios
La COP26 produjo muchos otros pactos y anuncios (al margen del Pacto de Glasgow por el Clima) cuya aplicación puede entrañar importantes efectos positivos. Entre ellos se incluyen:
Bosques. 137 países dieron un paso histórico al comprometerse a detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de las tierras de aquí a 2030. Esta promesa está respaldada por 12.000 millones de USD de dinero público y 7.200 millones de USD de financiación privada. Además, los directores generales de más de 30 instituciones financieras, con más de 8,7 billones de USD en activos internacionales, se comprometieron a eliminar las inversiones en actividades relacionadas con la deforestación.
Metano. 103 países, 15 de ellos grandes emisores, se adhirieron al Global Methane Pledge (Compromiso Global por el Metano), cuyo objetivo es limitar las emisiones de metano en un 30 % (en relación con los niveles de 2020) de aquí a 2030. El metano, uno de los gases que más contribuyen al efecto invernadero, es responsable de un tercio del calentamiento actual derivado de actividades humanas.
Coches. Más de 30 países, seis importantes fabricantes de vehículos y otros agentes, como las ciudades, expresaron su determinación de que todas las ventas de coches y furgonetas nuevos sean de vehículos de emisiones cero para 2040 a nivel internacional y para 2035 en los mercados líderes, lo que acelerará la descarbonización del transporte por carretera, actual responsable de alrededor del 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Carbón. Líderes de Sudáfrica, Reino Unido, los Estados Unidos, Francia, Alemania y la Unión Europea anunciaron una innovadora asociación para apoyar a Sudáfrica, el productor de electricidad con mayor índice de emisiones de carbono del mundo, con 8.500 millones de USD a lo largo de los próximos 3-5 años para que pueda hacer una transición justa hacia una economía con bajas emisiones de carbono y abandonar el carbón.
Financiación privada. Las instituciones financieras privadas y los bancos centrales anunciaron movimientos para reconducir miles de millones de dólares hacia el objetivo de lograr las emisiones netas cero a nivel global. Entre ellos, se cuenta la Glasgow Financial Alliance for Net Zero, que reúne a más de 450 empresas de 45 países, con 130 billones de USD en activos, y que requiere a sus miembros el establecimiento de objetivos sólidos, basados en la ciencia y a corto plazo.
Nelson Hernández es ingeniero energista @energia21 y Académico de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela