Marilyn Monroe: a 60 años de su muerte, el lado menos conocido del mito

Marilyn Monroe: a 60 años de su muerte, el lado menos conocido del mito

(Photo Graphic House/Archive Photos/Getty Images)

 

“El viaje termina aquí”. La frase, escrita en latín (Cursum Perficio), en la puerta de entrada del 12.305 5th Helena Dr, en Brentwood, un barrio al Oeste de Los Angeles, dejó de ser una referencia cotidiana para convertirse en una eterna, el 4 de agosto de 1962. Ese día, la única habitante de la propiedad, Marilyn Monroe, murió en su dormitorio.

Por: Clarín

El día siguiente amaneció con el verano californiano a pleno. Adentro de la casa, el cuerpo inerte de la actriz más icónica de todos los tiempos, yacía boca abajo en la cama y apenas cubierto por sábanas blancas. A su lado, frascos vacíos de Nembutal, pastillas sedantes, un teléfono descolgado. Y silencio. Tenía 36 años.

La noche previa a su muerte se celebró una fiesta en la mansión sobre la playa de Peter Lawford, uno de los actores del llamado Clan Sinatra. Marilyn estaba invitada, pero prefirió no ir, se sentía cansada y se acostó temprano. Antes del amanecer, su ama de llaves llegó a la casa y la encontró sin vida.

Sesenta años después, la muerte de Marilyn Monroe sigue rodeada de misterio. Aunque todo indica que Norma Jean (su nombre de nacimiento) se quitó la vida con un exceso de barbitúricos, las especulaciones continúan hasta hoy. Y hablan de conspiraciones que involucran al expresidente John Fitzgerald Kennedy, a su hermano Robert Kennedy, a la CIA, al FBI, a Frank Sinatra, a la mafia y a su propio psiquiatra.

La investigación de la muerte de la actriz reveló datos curiosos: la casa de Brentwood estaba sembrada de micrófonos (que fueron encontrados recién en 1972 por nuevos propietarios), lo que alimenta la versión conspirativa de que la diva era espiada, y que la presión que recibía por parte del poder político de los hermanos Kennedy, que fueron sus amantes, la “empujó” a su trágico final.

Otro dato, menos conocido y mucho más agradable, es que la morada de Marilyn estaba repleta de libros. En su biblioteca se hallaron 461 ejemplares, entre ellos, Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski; Ulises y Dublineses, de James Joyce; Madame Bovary, de Gustave Flaubert; Hubo una vez una guerra, de John Steinbeck, y Fiesta, de Ernest Hemingway.

Además había textos de Truman Capote, Jean Paul Sartre, libros de filosofía, de arte y de psicología, entre otros. Monroe también leía mucho sobre historia, especialmente sobre Abraham Lincoln, el decimosexto presidente de los Estados Unidos. “Me interesaba todo sobre él. Era el único estadounidense famoso que se parecía más a mí, al menos por su desdichada infancia”, explicó alguna vez la actriz.

Puedes leer la nota completa en Clarín

Exit mobile version