A Elena Ríos intentaron asesinarla arrojándole dos litros de ácido sulfúrico sobre su cuerpo. Lo hizo el que era su pareja, un ex diputado mexicano quien ahora está procesado por tentativa de feminicidio. Ocurrió hace tres años en el país azteca, aunque esta mujer de 29 años lo relata como si hubiera pasado ayer. «El ataque me afectó a la cara, el cuello, el pecho, los brazos y las piernas. Estuve ingresada tres meses en un hospital. Luego llegaron las cirugías y los tratamientos. Llevo doce intervenciones y en septiembre me tocará de nuevo pasar por el quirófano», explica Ríos a LA RAZÓN. Todavía no se atreve a mostrar su rostro completamente «y es que las heridas no solo dejan secuelas físicas y mucho dolor, sino que psicológicamente también quedas destrozada».
Por La Razón
Relata que el estigma social es enorme. Ella, saxofonista profesional, ha visto cómo sus contratos se reducían «y por la calle la gente te insulta, se ríe de ti y te llaman ‘’chamuscada’’, es muy duro». Ella es tan solo un ejemplo de las numerosas mujeres que son víctimas de estos ataques en numerosas partes del mundo. En México, por ejemplo, aunque no hay registros oficiales de estas agresiones, la Fundación Carmen Sánchez ha contabilizado una treintena de víctimas en las últimas dos décadas y una decena no consiguió sobrevivir.
Los datos son escalofriantes: en el 85% de los casos el autor intelectual fue un hombre, todos parejas o ex parejas sentimentales. En el 90%, el ataque fue dirigido al rostro y la mayoría de los crímenes se cometieron en calle. Y lo que es más preocupante, en el 96% de los casos no ha habido sentencia para los agresores. «Lo que ocurre en nuestro país es que existe un fuerte machismo y siempre se protege al hombre. La mujer queda aislada socialmente».
Por este motivo, y dado que la mayoría de las agredidas no puede costearse los tratamientos de rehabilitación, hay diferentes fundaciones, laboratorios y sanitarios que de manera altruistas ofrecen sus servicios para devolver la dignidad a estas mujeres. Uno de ellos es el doctor Paul Lozano, médico de Sesderma, quien desde hace tiempo se ha volcado en esta iniciativa.
«A través de la Fundación que ha levantado la doctora Isela Méndez, aportamos material y personal médico. Todas las mujeres que han sido víctimas de ataque con ácido les ofrecemos tratamientos reparadores que ellas no podrían costearse», apunta el sanitario, quien reflexiona sobre la impunidad de estos ataques los cuales se pueden cometer por menos de un euro (25 pesos mexicanos) que cuesta un litro de ácido en el mercado. «Nos hemos encontrado con casos atroces, caras absolutamente destrozas, incluso después de haberse sometido a más de medio centenar de cirugías», asevera.
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