Nagoro es un pueblo ubicado entre montañas, al sur de Japón. Años atrás tenía unos 3.000 habitantes. Pero poco a poco, la gente se fue yendo. Un éxodo lento pero inexorable que no encontró motivos valederos para producirse.
Por: Clarín
Lo cierto es que ahora sólo quedan 24 personas. Que conviven con 180 muñecos. Que fueron poblando el lugar lentamente. Por obra y gracia de una persona: Tsukimi Ayano.
Tsukimi nació allí, pero luego se fue a vivir a Osaka. Un día su padre le escribió y le dijo que a los 85 años ya tenía pocas personas con las que hablar, jugar un partido de cartas o ver una película. Y que iba muriendo de tristeza.
Tsukimi volvió al pueblo. Y decidió que lentamente iba a reemplazar a los vecinos que se marcharon o murieron. A los 65 años puso manos a la obra. Empezó a confeccionar muñecos a tamaño natural que asemejan a los pobladores que ya no estaban.
Y allí están los muñecos. En las granjas, apoyados contra cercas y árboles, reunidos en un bar, esperando el colectivo en la parada, asistiendo a clases en la escuela.
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