Aunque lo más común que nos puede pasar en unas vacaciones de verano es sufrir alguna que otra quemadura del sol, puede no ser el único problema de salud que tengamos en nuestro viaje. Un estudio publicado en 2018 estimó que las actividades acuáticas recreativas están relacionadas con 90 millones de enfermedades, con la natación como uno de los principales catalizadores de infecciones respiratorias, de oídos y de la piel transmitidas por el agua.
Por La Razón
Por otro lado, aunque con menos frecuencia, los patógenos que se encuentran en piscinas, lagos, ríos y océanos pueden provocar enfermedades más graves, incluidas enfermedades gastrointestinales y, en casos muy raros, exposición a bacterias carnívoras. Si bien estos casos son muy raros, las enfermedades relacionadas con el nado en general son bastante comunes, confesó la Doctora Seetha Lakshmi, epidemióloga hospitalaria asociada en el Hospital General de Tampa y profesora asistente en la Universidad del Sur de Florida.
Cualquiera puede enfermarse por este tipo de enfermedades transmitidas por el agua. Por ello es muy importante saber qué tipo de enfermedades podemos encontrar en estos lugares. Algo a tener en cuenta especialmente para las mujeres embarazadas, los niños pequeños y aquellos que tienen sistemas inmunológicos comprometidos.
Piscina
Como muestran los datos publicados en 2019 por el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), las piscinas son una fuente importante de enfermedades. Las aguas tratadas químicamente, como las piscinas, son un punto común de exposición a Criptosporidium, un parásito fecal que puede causar una enfermedad gastrointestinal llamada criptosporidiosis, cuando se ingiere. Según el informe del CDC, los brotes de esta enfermedad aumentaron alrededor de un 13% cada año entre 2009 y 2017. Por su parte, la natación fue responsable de más de la mitad de las enfermedades relacionadas con criptosporidiosis durante ese tiempo. La enfermedad, que según Lakshmi puede sobrevivir “incluso a la cloración más efectiva”, puede entrar en el agua tratada cuando las personas nadan durante, o poco después, de una enfermedad diarreica y si las personas tragan ese agua contaminada, pueden enfermarse. “Trate de no ingerir agua y lávese las manos regularmente”, recomendó Lakshmi, a lo que añadió: “Si tuviste una enfermedad diarreica, no te metas a la piscina durante un par de semanas, y si tienes un niño pequeño y ha tenido una enfermedad diarreica, trata de sacarlo no meterle en la piscina durante al menos dos semanas”.
Agua dulce
Los datos del CDC publicados en verano de 2018, mostraron que las aguas recreativas no tratadas estaban relacionadas con 140 brotes que causaron alrededor de 5.000 enfermedades entre 2000 y 2014. Si bien los océanos se incluyeron en esta categoría, el 84% de los brotes provino de lagos, lagunas y embalses, según el CDC . Además de criptosporidiosis, estos cuerpos de agua pueden albergar otros contagios, incluidos: norovirus, E. coli y bacterias de la familia Shigella. Lakshmi agrega que el agua dulce también puede albergar amebas potencialmente peligrosas, aunque muy raramente. Dado que algunos de ellos, como la “Naegleria fowleri”, pueden ingresar al cerebro a través de la cavidad nasal. Sin embargo, según Lakshmi, los nadadores pueden evitar este problema haciendo uso de pinzas nasales. El agua salobre, una mezcla de agua dulce y salada, como en los estuarios, también pueden encontrarse bacterias carnívoras peligrosas, agrega Lakshmi, aunque estos casos son extremadamente raros.
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