El pasado miércoles varios transportistas de las rutas suburbanas de Libertador me expresaron por distintas vías su molestia por la decisión de la alcaldía de ejecutar unas “revisiones” que luego constituyeron el cobro de 12 dólares para poder seguir operando. La medida, por lo que sabemos, no tiene precedente y generó en los transportistas la sensación de haber sido confiscados sus ingresos de la semana. ¿Por qué el alcalde no dialogó con los transportistas y les indicó las razones y justificaciones de las decisiones que deseaba tomar?
Una circunstancia similar padecen los empresarios de Libertador, el incremento de los impuestos, la presión para los pagos y las multas confiscatorias no son percibidas como disciplina fiscal sino como una persecución sobre la actividad productiva. ¿Por qué el alcalde no dialoga con los comerciante para que su política tributaria no sea percibida como pura y simple voracidad fiscal?
Pese a nuestras diferencias políticas, pude reunirme en su momento con Argenis Loreto, con Carmen Álvarez y, de forma más dificultosa, con Juan Perozo. Todos los exalcaldes escucharon, quizá con mala gana, lo que los adecos teníamos que criticar de sus respectivas gestiones. A la fecha, Oscar Orsini no nos ha recibido en su oficina a ya casi un año de su elección. ¿Acaso el alcalde no comprende que gobernar democráticamente implica tener como interlocutores a los gobernados?
Algún funcionario municipal diría, en defensa de su jefe, que él no se reúne ni con los transportistas, ni con los comerciantes, ni con los dirigentes políticos de oposición porque se reúne con el “pueblo”. En ese caso, los vecinos de Fundación CAP, Nueva Valencia o Las Manzanas de Campo Carabobo nos hubiesen dicho que el alcalde en persona se ha reunido con ellos para atender sus gravísimos problemas con el servicio de agua potable. Pero eso señoras y señores, tampoco ha sido el caso.
La pregunta más importante entonces es ¿con quién se reúne el alcalde?. Tampoco se reúne con los concejales porque, hasta este momento, vamos rumbo a que el presupuesto municipal del año 2023 sea reconducido dado que no se ha introducido a la cámara el proyecto correspondiente para ser discutido y aprobado en los lapsos previstos en los artículos 229 y 232 de la Ley del Poder Público Municipal. Es que ni siquiera los mismos concejales del PSUV tienen copia del presupuesto de este año para poder ejercer con probidad su rol contralor o por lo menos aparentar que tienen alguna idea de para dónde van los ingresos del municipio.
Los adecos creemos que ese peligroso aislamiento del ciudadano alcalde no solo puede ser la fuente de mucho descontento, es que también genera una profunda ineficiencia. Todos sabemos que los recursos disponibles son siempre escasos frente a las múltiples necesidades de la población, por tanto, si no atendemos con lo poco disponible las prioridades de la gente, si ni siquiera conversamos con los ciudadanos, los recursos llegarán a los lugares menos recomendables. De hecho, se gastará en conciertos y rumbas antes que en la gente que padece el hambre, la falta de agua o la deficiente vialidad.
Los adecos de Libertador somos acusados de radicales, nos quitaron nuestra sede y la están destruyendo, nos han amenazado hasta con la cárcel, cuando los funcionarios públicos de carrera hablan con nosotros de sus preocupaciones lo hacen a media voz y mirando para todos lados por el miedo impuesto en el ambiente. Pero lo que pedimos, lo único que pedimos, es que los libertadorenses tengan un gobierno transparente, que rinda cuentas y se someta a la contraloría social. Ciudadano Oscar Orsini, ¿será mucho pedir?
Julio Castellanos / [email protected] / @rockypolitica