Podemos jurarlo: la vida nos da lecciones… aún sin proponérnoslo… eso sí… a condición que uno esté atento a observar.
Este domingo almorzaba tarde con unos amigos empresarios cuando ingresó al local uno de los más altos funcionarios del gobierno. Fue amigo de mi padre y yo heredé esa amistad de manera que fulano detuvo el andar varios minutos en nuestra mesa para conversar tipo “dibujo libre”.
Fue ameno el intercambio o al menos así lo catalogo sobre todo cuando siendo el amigo al que no identifico por su nombre… un altísimo funcionario del gobierno venezolano… aceptó mi crítica al populismo iberoamericano en general.
Cuando se marchó a comer con su familia, los empresarios de mi mesa… todos adversarios del gobierno… señalaron unos, evidentemente orientales, que “ese señor nos quitó las fábricas de sardinas enlatadas en Margarita y Cumaná”. Otro criticó que el alto funcionario llegase sin escoltas y manejando el mismo su auto –sic-.
Dado que en esa estábamos cuando llegó a la mesa el condumio… la conversa se fue a otros predios como por los brazos de un río que llega al delta.
Pero al final los amigos empresarios de nuevo señalaron el populismo del gobierno. Una característica que desde tiempos de Hugo Chávez vino impresa en el ADN del PSUV y que mucho nos ha costado… pero que como el virus del covid… se trasmite.
Entender que la propuesta del interinato o del G4 es esencialmente populista… sin pueblo… es fácil.
Pero entender que el populismo lo llevamos a veces sin querer en las venas… no lo es.
A los empresarios orientales que me buscaron la lengua… les expliqué porqué es populista pensar como ellos piensan… que las sardinas atrapadas en redes cumanesas o ñeras… son de Cumaná o Margarita.
Es decir que Esos peces tienen nacionalidad y por ende debería expedírseles pasaporte. Y que por ende el gobierno debió prohibir que esas fábricas se trasladaran al sur del estado Aragua.
Asunto que los desinformados empresarios atribuían… “a que en esa zona de Aragua hay muchos militares”.
La verdad les dejó callados: en una lata de sardinas el precio de la lata es casi la mitad del valor de venta final… y cómo se entenderá… el latón… que ahora se debería ir cambiando en nuestro país… por envases de plástico… pesa mucho más que la sardina.
De manera que el transporte de una lata desde el sur de Aragua… dónde están ubicadas por razones de cercanía a los mercados… la mayoría de las fábricas de envases de latón… hasta el Oriente del país y luego devolverlas… llenas de sardinas a Caracas… es una imbecilidad… supina.
Y pedir a las fábricas que actúen contra esta realidad… aparte de estúpido… es populista.
Creo que mis amigos orientales entendieron porque al final me preguntaron si los consideraba “populistas”… a lo cual respondí cortes… como debe ser… “no sé si los amigos lo son todo el tiempo… pero reclamarle al gobierno que devuelva las fábricas privadas a Cumaná y Margarita… es populismo”.
Asombrados indagaban cómo aprendí a diferenciar porque pensaban que había sido mi padre quién me enseñó a diferenciar medidas populistas… de las que solo son populares.
Al despedirnos les aclaré que a diferenciar entre populismo y medidas populares lo aprendí “de la vida”… de mis lecturas… de conversas con amigos y compañeros liberales… pero que ellos… empresarios… no políticos ni filósofos… no lo aprenderían jamás siendo que sus guías son politiqueros opositores ignaros… poco patriotas… y algunos decisivamente ladrones… piratas y sinvergüenzas.
Fue un memorable almuerzo… gracias a las latas de sardinas.