El Gobierno de Hungría ha cesado a los principales responsables de la agencia nacional de meteorología (OMSZ) y, aunque no ha dado los motivos, dirigentes de la oposición lo atribuyen a una predicción errónea que llevó a modificar los actos por el día nacional. Se retrasó un espectáculo de fuegos artificiales para celebrar la fiesta nacional por temor a las tormentas.
Por Infobae
El ministro de Tecnología e Industria, Laszlo Palkovics, se ha limitado a anunciar el cese de Kornelia Radics como jefa de la agencia y de su ‘número dos’, Gyula Horvath, sin desvelar los motivos exactos del cambio.
Sin embargo, éste llega sólo unos días después de que la agencia pronosticase fuertes tormentas en Budapest el sábado por la noche -con una posibilidad de entre un 75 y un 80 por ciento-. En base a estas previsiones, las autoridades decidieron cancelar los fuegos artificiales.
La tormenta finalmente no llegó y los medios afines al Gobierno comenzaron a difundir la teoría de que las autoridades habían recibido información “falsa”.
El periódico en línea Origo dijo que la agencia había dado “información engañosa sobre el alcance del mal tiempo, lo que engañó al equipo operativo responsable de la seguridad”.
La agencia NMS se disculpó el domingo, citando “un factor de incertidumbre inherente a la profesión”.
En una reacción difundida en la red social Facebook, el liberal Andras Fekete-Gyor bromeó: “No pudieron producir el clima deseado, fueron despedidos.
“No, no es una dictadura en Asia Central, es la Hungría de Fidesz”, dijo, refiriéndose al partido gobernante del país.
La exhibición de fuegos artificiales, anunciada como “la más grande de Europa” para celebrar el “estado milenario de Hungría”, se reprogramó para finales de esta semana.
La oposición había pedido anteriormente su cancelación, denunciándola como “una pérdida inútil de dinero” en un momento en que la economía del país está en apuros.
En 2006, cinco personas murieron y más de 300 resultaron heridas por una tormenta durante las celebraciones del 20 de agosto, lo que provocó un pánico generalizado entre más de un millón de personas que se habían reunido para mirar a orillas del Danubio. Desde entonces, el Gobierno se ciñe a las previsiones para decidir el alcance de los festejos.
(Con información de EP y AFP)