Uno de los crímenes más atroces de la historia de China aún no tiene el desenlace esperado.
Por eltiempo.com
Dos mil resulta un número insignificante cuando se habla de átomos, folículos pilosos y hasta de cuerpos celestes, no obstante, resulta una cantidad espeluznante cuando se descubre que alude a la cantidad de veces en que una joven fue brutalmente desmembrada por un sujeto, que hasta el momento, se mantiene en las sombras de la criminalidad.
La imponente Montaña Púrpura, las puertas de la ciudad de la dinastía Ming y el templo de Confucio Nanjing son algunos de los atractivos que convierten a Jiangsu en una de las provincias más populares del país asiático. Entre sus inigualables paisajes y sus majestuosas edificaciones, ha ido consolidándose como un centro económico y comercial nacional.
Pero hasta los lugares más prometedores esconden oscuros secretos y Jiangsu no es la excepción. No todo ha sido color de rosa para el hogar de macabras y funestas historias. Si no que lo diga el trabajador sanitario de la Universidad de Nanjing, al cual tres dedos humanos lo tomaron por sorpresa cuando se disponía a comer lo que para ese momento él pensaba que era carne de cerdo.
Pronto descubriría que estaba a punto de engullirse a Diao Aiqing, una joven universitaria de tan solo diecinueve años a la que una sanción disciplinaria le cambiaría el destino para siempre.
Una cifra jamás había tenido tanta importancia para China como en ese momento. Fue allí cuando el país descubrió que dos mil partes a veces pueden ser el inicio de un rompecabezas indescifrable.
¿Quién era Diao Aiqing?
Shengao fue el distrito asiático que vio nacer a Diao Aiqing en marzo de 1976 y el que dos décadas después, exactamente el 19 de enero de 1996, la vería fallecer en condiciones aún inexplicables.
Con tan solo 19 años, Diao era la menor de dos hermanos fruto de la unión entre sus padres. Proveniente de una familia con pocos recursos, la joven china tuvo que esforzarse mucho para obtener un buen desempeño académico y finalmente entrar a la universidad.
This week, we cover the unsolved murder of university student Diao AiQing in Nanjing, China – a shocking horrific case that holds little leads to this day #podcast #truecrime #ListenNow pic.twitter.com/f13igux53P
— Destination Murder (@dest_murder) January 20, 2021
Fue de esta manera que en 1995 ingresó a la Universidad de Nanjing, sin imaginarse que ese sería el último destino de sus restos esparcidos. La Escuela de Educación de Adultos fue la elegida por Aiqing para llevar a cabo sus estudios universitarios, de los cuales no llegaría a completar ni siquiera una cuarta parte, puesto que sería víctima de un intempestivo ataque en una fría noche de enero.
Aunque no se conoce mucho acerca de la vida personal de Diao, su hermana mayor Diao Aihua ha declarado ante los medios de su nación que era una joven introvertida y de pocos amigos que se encontraba dedicada en su totalidad a su carrera profesional. Tanto así que la comunicación con sus padres se encontraba limitada con el objetivo de que no existiesen interferencias externas que cruzaran entre su título universitario y ella.
Una joven china con una vida aparentemente normal, poco sociable y con un cúmulo de metas a sus espaldas que la impulsaban a dar lo mejor de sí misma en el ámbito académico, ¿qué podría salir mal?
El gélido invierno de 1996 trajo consigo un macabro descubrimiento. La alegría que le despertó al funcionario de la prestigiosa Universidad de Nanjing el haber encontrado en las inmediaciones del campo una bolsa repleta de carne, se multiplicó en estupefacción cuando llegó a su casa y se encontró con tres dedos humanos que brotaban terroríficamente del ahora sospechoso paquete.
Sus ojos no podían dar cuenta de lo que estaba viendo. Una película de terror se cernía ante su mirada inquisitiva. No tuvo más remedio que acudir a la Policía y contar el escabroso episodio que había presenciado y del cual, había sido un importante personaje secundario.
Habían pasado nueve días desde la irresoluble desaparición de una joven china de 19 años en una universidad de la provincia de Jiangsu y el inesperado hallazgo encendió las alarmas de los investigadores. Justo cuando creían que ya nada podía sorprenderlos, se encontraron con el más cruel de todos los escenarios posibles: ocho lugares, ocho bolsas, una sola persona. Todas contenían las partes del cuerpo de un mismo individuo hasta el momento no identificado.
¿Era esto acaso un rompecabezas? Los paquetes hallados por las autoridades serían tan solo un crudo presagio de los descubrimientos que tendrían lugar después. No solamente se recuperaron más de 2.000 restos humanos, sino que en su mayoría los órganos habían sido meticulosamente hervidos y manipulados durante varios días.
Lo que resultó intrigante para los forenses fue que no habían rastros de algunos órganos vitales. Al corazón, al hígado y al bazo era como si se los hubiese tragado la tierra. Eran tan enigmáticos como incontables todas las partes encontradas, que solamente a través de vello corporal los médicos pudieron identificar que se trataba de una mujer.
Una ola de conmoción y preguntas sin respuesta inundó el campus. ¿Quién había sido? ¿dónde había ocurrido? y sobre todo, ¿por qué la habían asesinado de una manera tan cruel e inhumana? Todo parecía indicar que la infortunada protagonista de esta historia había sido vista por última vez el 10 de enero de 1996 cuando salía del ‘campus’ luego de tener una discusión con la administración del edificio.
Todo lo que se sabía del caso se resumía precisamente en eso, en una joven enojada que había sido sancionada junto con otros de sus compañeros por presuntamente haber usado aparatos electrónicos sin autorización de los directivos universitarios.
El asesino se aseguró de arruinar todas las pistas que pudieron haber llevado a su captura, por lo que los investigadores dieron vueltas en círculos y el caso se fue hundiendo en un cúmulo de teorías, rumores y especulaciones mal infundadas. Sin arma homicida, sospechosos o posibles móviles, la justicia no se encontraba cerca para Diao.