El intento de asesinato a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, el pasado jueves en el conocido barrio argentino de Recoleta ha generado todo tipo de reacciones, entre ellas varias teorías sobre la veracidad de este fallido magnicidio. El atacante consiguió colocar una pistola en la cara de Kirchner pero al disparar el arma -dos veces- se engatilló, frustrando así el intento de asesinato. El ataque fue condenado por la mayoría de líderes políticos internacionales, pero, al mismo tiempo, una serie de incongruencias o misterios en torno al suceso han alimentado en redes sociales la idea de que se trata de un montaje por parte del kirchnerismo para beneficiarse a nivel político.
Por 20minutos
Las balas que se engatillaron, la inacción de sus más de 100 escoltas o la reacción de Cristina -como la llaman en Argentina- ante una pistola semiautomática con cinco balas en el cargador son los hechos que han llamado la atención de los argentinos y que han alimentado las teorías de la conspiración.
Arma sin bala
El principal motivo que despiertan estos misterios se da al atascarse el gatillo a pesar de disparar dos veces. En cambio, Alejo Paredes, exjefe policial de Córdoba ha manifestado al medio argentino eldoce.tv que -según las imágenes que se publicaron- el agresor no realizó el movimiento previo de tirar hacia atrás la corredura para que la bala del cartucho suba.
Asimismo, explicó que también podría deberse al correcto funcionamiento del cartucho o tuviera “pólvora mala, con lo cual falla el cartucho”. Recuerda que esto puede darse cuando el cartucho está expuesto en zonas con mucha humedad o es muy antiguo.
Ineficacia de los escoltas
Uno de los primeros momentos que suscitaron curiosidad fue la ausencia de barreras que separasen a Kirchner de la muchedumbre. Esto se debe a que en el intento de colocar vallas se generaron disturbios en el barrio de Recoleta lo que impidió su instalación.
Además, a pesar de contar con más de 100 agentes de seguridad, el agresor consiguió introducir el arma entre la multitud, apuntar a la vicepresidenta a tan solo unos centímetros de su cara y apretar el gatillo. Esta ineficacia por parte de la seguridad de Kirchner pone de manifiesto una gran falta de control, algo habitual en este tipo de situaciones.
Tras el disparo, la vicepresidenta no reaccionó en ese momento y la indiferencia ante el arma ha desembocado en acusaciones de complicidad con el agresor. Esto se ha justificado por la cotidianidad de Cristina al tener móviles, micrófonos cerca de la cara e incluso, sufrir asaltos por parte de la muchedumbre.
Junto a estas conjeturas sobre una posible relación de la seguridad y el agresor, Fernando Andrés Sabag Montiel, se suma que la vicepresidenta siguió hasta seis minutos en la zona, lo que denota carencia de algún plan de acción en este tipo de situaciones.
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