La crisis del petróleo que marcó los albores de la década del 70 obligó a las automotrices de los Estados Unidos a un cambio de paradigma: los gigantes como Ford, General Motors y Chrysler debían encontrar modelos más viables y económicos como alternativa a los vehículos ampulosos y gastadores con los que hasta entonces habían poblado las rutas norteamericanas.
Por: Clarín
Desde Europa empezaban a llegar al mercado estadounidense algunos modelos de tamaño medio que eran muy bien recibidos por el público local, y además aceleraba su consolidación mundial el Toyota Corolla, que había irrumpido en 1966 y ya hacía gala de su eficiencia y confiabilidad combinadas con la austeridad de la industria japonesa.
Lee Iacocca llegó a la presidencia de Ford Motor Company en 1970, catapultado por el éxito rotundo del Mustang, el deportivo familiar que él mismo había creado e impulsado años antes y que no sólo había pulverizado todos los récords de ventas, sino que también se había convertido en emblema de una renovada compañía.
El nuevo y ambicioso desafío del “padre del Ford Mustang” en el inicio de la década, entonces, asomaba muy bien definido: desarrollar un nuevo vehículo económico para el público medio estadounidense que fuera una alternativa americana al Toyota Corolla y que no costara más de 2.000 dólares.
Así nació el Ford Pinto, en 1971, con un proceso de desarrollo inédito para aquellos tiempos de sólo 24 meses, y todas las cualidades que desde la dirección de Ford imaginaban para su flamante modelo compacto. Se posicionó como uno de los vehículos más accesibles del mercado y además de ofrecer un consumo de combustible muy contenido disponía de capacidad para cinco personas y un baúl de espacio muy generoso. La competencia para el Corolla y los europeos se presumía feroz.
Ford Pinto, el auto explosivo
Una prueba de choque del Pinto con un Chevrolet Impala.
Puedes leer la nota completa en Clarín