Cómo la Segunda Guerra Mundial forjó el carácter de Isabel II

Cómo la Segunda Guerra Mundial forjó el carácter de Isabel II

“Por el bien de todo lo que nosotros mismos apreciamos, y del orden y la paz mundiales, es impensable negarnos a enfrentar el desafío”.

 

 

 

El 3 de septiembre de 1939 a las 6 de la tarde, el rey Jorge VI de Inglaterra tuvo que enfrentar sus temores.

Por BBC Mundo

Estaba por primera vez frente a los micrófonos de la BBC, a punto de dirigirse en vivo a todos sus “súbditos, tanto en la patria como en ultramar” -como diría-, algo que, para alguien famosamente tímido y tartamudo era, de por sí, un reto.

Sin embargo, lo más grave era que ese día, a esa hora “quizás la más fatídica de nuestra historia”, el mensaje que debía enviar a todos los rincones del Imperio británico era nefasto.

“Por segunda vez en la vida de la mayoría de nosotros estamos en guerra”, expresó.

“Nos han forzado a un conflicto, junto a nuestros aliados tenemos que hacer frente a un principio que, si prevaleciera, sería fatal para cualquier orden civilizado en el mundo”, declaró.

Y advirtió: “La tarea será dura. Puede haber días oscuros por delante y la guerra ya no se limita al campo de batalla”.

Efectivamente. Mientras que la Primera Guerra Mundial se había combatido principalmente en Europa continental, una nueva era de guerra aérea implicaba que los pueblos y ciudades británicos se habían convertido objetivos de los alemanes.

 

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, muchas personas cercanas a la familia real querían que la reina madre y las princesas Isabel y Margarita (13 y 9 años respectivamente) fueran evacuadas a Canadá.

 

La mera posibilidad de que los nazis pudieran matar a la familia real con las bombas que lanzaban desde el aire era escalofriante, por lo que asesores, políticos y amigos les recomendaron huir a otro país o buscar refugio, como lo habían hecho otros monarcas europeos.

El rey se negó rotundamente a irse del país; no quiso siquiera dejar Londres.

Si él insistía en quedarse, entonces, al menos, su familia debía estar a salvo.

La reina dejó muy clara su opinión: “Las niñas no se irán a menos que yo lo haga. Yo no me iré a menos que lo haga su padre, y el rey no dejará el país bajo ninguna circunstancia”.

Las niñas eran, por supuesto, las princesas Isabel (después reina, nacida en 1926) y Margarita (1930).

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