Nunca lo ha tenido fácil Carlos III. Desde su infancia, ha estado sometido a un estricto protocolo, una educación férrea y un escrutinio diario que pocas personas están preparadas para saber llevar.
Por El Mundo
De él dicen que tiene un carácter particular y que le gusta llamar la atención. También se lo puso difícil Diana. Y tras su fallecimiento, sus hijos le robaron prácticamente todo el protagonismo. Excepto en un campo: la elegancia.
Carlos de Inglaterra lleva décadas figurando entre los hombres más elegantes del mundo y está claro que le sobran motivos para estar en ellas. Esté quien esté a su lado, es difícil apartar la mirada de su impecable nudo de la corbata o no fijarse en el color del pañuelo que suele lucir en el bolsillo superior de sus americanas. Todos aquellos a los que les interesa la moda saben que el hijo de Isabel II es toda una lección de estilo.
El responsable de esta apariencia impecable que siempre luce es la sastrería Anderson & Sheppard y esto ya es toda una declaración de intenciones. Su madre era fiel a Ardy Haimes y Norman Hartnell, además de su inseparable Angela Kelly. Él, en cambio, se decantó por uno de los nombres más excéntricos de Savile Row, la calle más importante de la sastrería masculina a nivel mundial.
La casa lleva vistiendo al nuevo rey desde 1982 y el ritual ha sido siempre el mismo desde entonces. Cuando necesita un nuevo traje, Mr. Hitchcock, el jefe de corte de la firma, se acerca hasta Clarence House sobre las ocho de la mañana para tomar las medidas. Así, reconoce el propio cortador, no se interrumpe la jornada de Su Majestad. A los pocos días vuelve con el traje medio acabado y, entonces, Carlos pide consejo a su valido y al propio sastre para tomar así la decisión definitiva y aprobar el diseño.
Para leer la nota completa, aquí