Descubrió que bajo el mar se esconde un tesoro que cambia vidas. Una necesidad familiar la condujo por el universo de la acuicultura donde encontró un superalimento con propiedades medicinales en base a huevas no fecundadas de erizos de mar. En julio de este año logró que el hallazgo que hizo en 2015 llegue al mercado en formato de suplementos dietarios.
Por: Clarín
“La serendipia de la vida hizo que los erizos pudieran darme una herramienta clave para ayudar a mi hijo menor. Padece una enfermedad autoinmune que le desencadena alergias alimentarias y respiratorias muy severas desde que nació”, confiesa Tamara Rubilar (44), bióloga con especialidad en acuicultura y compuestos naturales, en diálogo con Clarín.
Es que su formación científica fue vital para ensayar respuestas. “Estaba muy mal y las soluciones que nos proporcionaban no daban resultados favorables. Tenía niveles bajos de glóbulos blancos y fuertes alergias a diversos alimentos. El tratamiento que los médicos le recetaron incluía el uso de corticoides”, relata Tamara que también es investigadora en el Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (Cesimar – Cenpat) en el Centro Nacional Patagónico (CCT Conicet – Cenpat).
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