Una tos persistente puede ser un síntoma de bronquitis, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), una alergia, inclusive una secuela de COVID-19; sin embargo ninguno de estos padecimientos era el de este hombre adicto a los piercings.
Por El Heraldo
Se trata de Joey Lykins, un hombre de 35 años que perdió su anillo metálico de la nariz en el 2017. Tras buscarlo exhaustivamente en su departamento se dio por vencido y compró otro sin imaginar que la pieza sería encontrada tiempo después dentro de su cuerpo.
“El médico dijo que había ganado el ‘mejor caso de la noche'”, dijo al Kennedy News sobre su terrible experiencia. “Nunca había oído que esto sucediera antes”.
La pieza se encontraba en uno de sus pulmones y el hombre se dio cuenta de esto en una madrugada que no podía dejar de toser: “Sentí que algo bloqueaba mis vías respiratorias y creí que estaba enfermo”, recordó el habitante de Cincinnati, que se dedica a la jardinería.
Lykins tosía de manera tan violenta que la espalda comenzó a dolerle intensamente. Un sentimiento de preocupación invadió su mente, pues llegó a pensar que tenía neumonía.
Ante ello, acudió de inmediato al centro médico más cercano, donde le realizaron una radiografía de los pulmones. El resultado: el piercing perdido de Lykins 5 años atrás reposaba en su pulmón izquierdo.
Tres días después, lo sometieron a una broncoscopía para removerle el piercing del órgano. Al principio, le introdujeron por la garganta un tubo fino con una cámara hasta llegar a los pulmones y luego le quitaron el anillo que ya estaba envuelto en tejido cicatrizado.
Fue afortunado de que esta joya no perforara uno de sus pulmones; ahora la conserva como un souvenir y ha decidido no volver a colocarse un piercing en la nariz.