Hay quienes hoy se sorprenden que haya existido una intensa actividad política en los liceos de Venezuela, como si tal hubiese sido algo pecaminoso. E, incluso, los propios historiadores olvidan el papel protagónico de los cursantes de secundaria en la formidable protesta del 21 de noviembre de 1957, camino al derrumbe de la dictadura militar, exclusiva e injustamente considerado como el Día del Estudiante Universitario.
Nuestra militancia política comenzó en los años de la adolescencia, por cierto, confrontando muy duramente a la ultraizquierda en los liceos públicos, comenzando por el propio. Lo recordamos en una ocasión, hacia 2012, cuando se discutió en la Asamblea Nacional un proyecto de Acuerdo con motivo de la muerte de Domingo Alberto Rangel, cuya transmisión radiotelevisiva fue interrumpida para conectar con Chávez Frías en cadena nacional, dizque reuniendo al Consejo de Ministros para denostar de Capriles (https://www.youtube.com/watch?v=f7QqkY7unyc).
Igual ocurrió con Fernando Benítez, quien desde muy joven, desde el aula, destacó en las lides políticas, aún antes del arribo de la inicial y trastocante bonanza petrolera. Mirandino a carta cabal, con los años, recorrió palmo a palmo la entidad federal y asumió responsabilidades en un área que ratificó su inmensa sensibilidad social, con una radical probidad que generaba la eficacia de un trabajo abnegado para los más desfavorecidos.
Tenemos la convicción, incluyendo a aquellos que cultivan actualmente la sociología política, respecto al gran desconocimiento en torno al funcionamiento, las luchas, las bondades y los desaciertos internos de los partidos que se llaman históricos: no faltaba más, conocimos a Fernando al compartir los retos de un ala, una corriente, una tendencia socialcristiana de centro-izquierda que en buena medida modeló y selló nuestro amor por Venezuela. Vale decir, desarrollamos una determinada cultura política de la que nos sentimos aún orgullosos, y es la que nos ha permitido actualizar nuestras demandas por una alternativa diferente, incluso, en los términos de una economía social y ecológica de mercado.
Fernando, con el tiempo, se hizo empresario y dedicó sus mejores esfuerzos a levantar una familia sana y honesta junto a Lilian, pero no dejaba de ayudar en la tarea de oposición frente al régimen que ha confiscado el siglo XXI.
Fue decisiva su contribución a nuestra campaña por la diputación en 2010 y, a través de todos estos años, nunca dejó de dar su versada opinión sobre la realidad de un país que quiso demasiado… Se nos ha ido Benítez.