Magnus Carlsen lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a dejar en evidencia, o querer dejar en evidencia a Niemann. Después de acusarle, en el torneo de San Luis, de hacer trampas y dejar que corra como la pólvora el rumor de que podía llevar bolas anales que le avisasen de los movimientos, ambos se han vuelto a enfrentar en el torneo Julius Baer, que mezcla jugadores de diferentes edades y lo sucedido ya no se sabe si ha sido sorprendente o esperado.
Por La Razón
Ha empezado la partida y enseguida ha acabado porque Carlsen ha decidido perder. No buscar tablas, no retirarse, simplemente ha dado la partida por perdida ante el rival que tanto le saca de quicio aunque no quiera explicar por qué. Si era la partida del morbo lo que ha hecho el gran campeón noruego alimenta aún más los rumores, aunque puedan sonar disparatados, acerca de Niemann. De hecho su actitud resulta realmente curiosa si tenemos en cuenta que este torneo lo patrocina el banco suizo Julius Baer y Play Magnus Group, empresa fundada por el propio campeón noruego.
Nuevas pruebas
Pero eso no es todo, a las teorías de las conspiración de Carlsen se une la insistencia de Chess.com de que cuenta con pruebas fiables contra el GM Hans Niemann.
Chess.com, que ya expulsó al jugador tras el escándalo de las perlas anales, ha declarado que dispone de nuevas pruebas contra Hans Niemann que han sido puestas a disposición del maestro estadounidense para que dé un paso en alguna dirección y se posiciones, se entiende que auto inculpándose. Sin embargo, al igual que hace Carlsen, arrojan la piedra y esconden la mano. No han publicado ningún tipo de documento ni aclaran si estas pruebas apuntan al Niemann del pasado o al Niemann del presente.
Una bola a la que el propio Niemann daba ciertas alas al reconocer que había cometido trampas en el pasado. Niemann admitió en una entrevista que hizo trampas en un torneo online cuando tenía 12 años, después de que un amigo le trajera un iPad con un motor de ajedrez y le dijera qué jugadas debía hacer. Y en una segunda ocasión cuando tenía 16 años. «Era sólo un niño», dijo Niemann. «Nunca en mi vida he hecho trampa en una partida sobre el tablero. Estoy orgulloso de haber aprendido de mi error». Esta confesión y sus ascenso meteórico han provocado que las sospechas acorralen a Niemann sin que la Federación Internacional de Ajedrez tome cartas en el asunto.
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