La retirada de las tropas rusas del norte de Járkov, en el este de Ucrania, gracias a una contraofensiva relámpago de Kiev en septiembre, ha traído conmoción y alivio a la población de las zonas liberadas, donde empiezan a emerger testimonios de tortura durante la ocupación.
El foco militar de Ucrania se ha desplazado, pero la policía y los fiscales han llegado a la comunidad fronteriza de Kozacha Lopan, donde han empezado a investigar las acciones de las tropas rusas en los últimos meses.
La comisaría de policía de la pequeña ciudad fue utilizada durante la ocupación como base por una milicia local prorrusa, y presuntas víctimas de tortura se han presentado a testificar.
“Las personas que trabajaban como ‘policías’ en la llamada ‘Policía Popular’ son conocidas”, dice a la AFP la fiscal de crímenes de guerra de distrito Katerina Shevtsova.
“Se tomarán medidas en los próximos días para llevarlos ante la justicia. La mayoría son habitantes locales”, explica a la AFP desde la administración municipal.
El presidente Volodimir Zelenski ha tachado a las fuerzas del Kremlin de “asesinos” y “torturadores”, mientras Moscú califica de “mentiras” las acusaciones de cometer atrocidades.
“Olexander” –AFP aceptó ocultar su nombre e identidad reales debido a que el hombre tienen familia en Crimea, ocupada por Rusia– dice que fue arrestado el 22 de marzo por hombres armados en vehículos SUV.
Sus captores, señala, resultaron ser milicianos de la llamada República Popular de Lugansk, una fuerza establecida en 2014 con el respaldo de Moscú en ese enclave del este de Ucrania.
– “Como metal fundido” –
Olexander tiene claro que era un objetivo prioritario porque es un veterano de la “Operación Antiterrorista” de Ucrania, donde combatía contra las fuerzas prorrusas de Lugansk y Donetsk,
Los recuerdos de este hombre de 40 años sobre cómo fue tratado en manos de sus captores rusos son al mismo tiempo traumáticamente vívidos y dolorosamente confusos.
Desde un edificio ferroviario destrozado a tres kilómetros de la frontera rusa explica a los reporteros cómo los interrogadores de la milicia rusa lo golpearon, patearon y le aplicaron electroshocks, también en sus genitales.
“Les dije que no me golpearan, que tengo una hernia, pero me bajaron los pantalones”, afirma. “Lo llamaban ‘terapia de electroshock (…) yo sentía que como si estuvieran echándome dentro metal fundido”, recuerda.
Olexander fue retenido en la estación de tren del pequeño pueblo, donde ha vivido toda su vida, durante unos cinco días, explica.
Después, fue transferido a una prisión más grande en Hoptivka.
El 17 de abril, sus captores lo dejaron marchar por sorpresa, posiblemente, presume el hombre, para hacer espacio para otros prisioneros de guerra.
Olexander volvió a Kozacha Lopan y este mes, cuando la ciudad fue retomada por las fuerzas de Kiev, contactó a la policía ucraniana.
– “Todo confirmado” –
Kozacha Lopan se encuentra en una de las principales líneas ferroviarias hacia el sur, a través de la frontera internacional desde Rusia hasta la ciudad ucraniana de Járkov, y fue una de las primeras ciudades en caer.
La carretera desde Járkov está jalonada con cráteres de cohetes. Coches civiles baratos Lada pintados con el símbolo “Z”, distintivo usado por las tropas rusas, yacen destrozados en las zanjas.
Actualmente, el área se encuentra bajo control de las fuerzas ucranianas pero la situación aún es tensa. Incluso mientras los fiscales investigan lo ocurrido puede oírse el silbido de los proyectiles.
La fiscal Shevtsova se mueve deprisa, convencida de que tiene todas las evidencias que necesita para procesar a los sospechosos a los que acusa de colaborar con las fuerzas rusas.
“Hoy inspeccionamos los sótanos, donde, como todos sabemos por las evidencias, la gente fue torturada”, dice. “Está todo confirmado”.