Podemos afirmar que del esquema de gobierno venezolano, de 15 años atrás queda muy poco y de forma equivalente queda muy poco también, de las reservas internacionales, reservas en oro, potencial para solicitar créditos y en general de cualquier forma de endeudamiento; así también, queda casi nada de independencia de poderes públicos e institucionalidad.
Muy característico de ese esquema de gobierno, fueron las ofertas o promesas socialistas como la de igualdad para todos, de la que ni se habla; basado en un criterio nefasto sujeto a una teoría (de ellos) en la cual, los venezolanos harían el gran sacrificio de salvar al planeta de la extinción del ser humano; un sacrificio que se resumía en un retroceso de la calidad de vida, dirigido básicamente por un proceso de desindustrialización.
Este proceso de desindustrialización bien coordinado desde fuera de Venezuela, aún hoy día concentra su esfuerzo en eliminar la capacidad productiva del país, para convertirlo de hecho, en un país que solo sirva para mercado de aquellos mismos causantes del problema y ejercer influencias para el ingreso de productos de consumo humano sin calidad y basura tecnológica.
Esto ya es realidad, y aquellas promesas de igualdad solo sirvieron para “mutilar” toda posibilidad de preparación académica y científica; así también para desarrollar iniciativas de empresas productivas y hasta para evitar que las personas pudieran planificar su propia vida con las responsabilidades de una sociedad estable.
Las bases de la población para el trabajo político de la estructura que controla el poder, no vieron en sus jefes, jerarcas, supervisores y autoridades, la aplicación con el mismo criterio de la promesa de igualdad. La población, sin recursos económicos, con familias separadas, sin posibilidades de instalar una empresa rentable, sin un sistema de salud medianamente funcional, sin universidades, quedó desagradablemente sorprendida por los que reunieron grandes fortunas personales negociando a Venezuela.
Lo cierto es, que se derrumbaron las denominadas bases políticas en la población con las que contaba la estructura de poder, hasta tal punto, que se asoma la posibilidad de que dichas bases hagan alianza con alternativas políticas que los valoren, los respeten y les muestren que sus propias fortalezas, potencialidades y la búsqueda del conocimiento son suficientes para vivir bien.
De esta forma, el gobierno venezolano devenido a uno completamente y totalmente malo, se dirige a una situación en la que, salvo se cometan muchas torpezas e ingenuidades por parte de opciones políticas decentes, se estaría sentenciando el final de su existencia como poder político en el país.