La popularidad del piloto estadounidense Charles Lindbergh creció desde el 21 de mayo de 1927, cuando aterrizó su avión en Francia tras haberse convertido en el primer hombre en atravesar, en solitario, el Océano Atlántico.
El famoso piloto estaba casado con la escritora Anne Morrow. Juntos tuvieron un hijo a quien llamaron Charles Augustus Lindbergh Jr.
Pero, en la noche del primero de marzo de 1932 la vida de esta familia cambió para siempre.
Según indicó Armando Caicedo en EL TIEMPO, el pequeño estaba resfriado, por lo que su madre y la nana Betty Gow lo llevaron temprano a su cuna.
Después de la cena, según se informó, los padres escucharon ruidos extraños en el techo, como si una naranja hubiera caído sobre el tejado.
A las 10 p. m., la niñera Gow no encontró al niño en su cuna.
El pequeño Charles no estaba ni con su padre ni con su madre.
Se dice que en aquel momento, y en estado de completo desconcierto, el piloto concluyó: “Ana, nos han robado a nuestro bebé”.
De ahí nació el adagio popular: ‘Más perdido que el hijo de Lindbergh’, utilizada para referirse, justamente, a una persona que no está en un lugar determinado o, en su defecto, una persona que no comprende una situación o un concepto en particular.
Sin embargo, la frase esconde detrás un caso de secuestro y asesinato que hasta hoy, 89 años después, deja con dudas a más de uno.