Nació en tierra no habitual de boxeadores, por eso despertaba interés en el Caribe cada vez que se subía al cuadrilátero. “Su forma de pelear es diferente, veía en el ‘ring’ a un ‘pelao’ humilde y eso poco se ve ya”, aseguró Sugar Baby Rojas, campeón mundial barranquillero y quien estuvo presente en la velada realizada en el coliseo Elías Chegwin, la noche del sábado 23 de septiembre, cuando Luis Andrés Quiñones Guzmán se desplomó en el ‘ring’ para nunca más levantarse.
Por El Tiempo
El boxeador, de 25 años, perdió el combate más importante de su vida. Su cuerpo no resistió las secuelas del hematoma subdural y las áreas de isquemia en el hemisferio cerebral izquierdo con las que llegó a la clínica, producto de los golpes de la pelea de esa noche, o incluso, de otros que recibió en el pasado y que salieron a relucir tiempo después.
Le hacían bullying
A Barranquilla arribó a los 20 años con una sola meta: ser campeón mundial de boxeo. El destino lo trajo a este puerto buscando el apoyo necesario para lograr su sueño, ese que se empecinó en seguir producto del ‘bullying’ del que fue víctima en su natal Barrancabermeja (Santander).
“En el colegio le hacían mucho ‘bullying’. Los compañeros le pegaban ‘coscorrones’ y le hacían daño. Desde ahí tomó la decisión de aprender a boxear para que no lo siguieran molestando”, dijo Mayra Alejandra Quiñones, hermana del púgil.
Primero se dedicó al taekwondo, disciplina que practicó en Bucaramanga, pero escrito estaba su nombre para el deporte de las narices chatas.
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