En una primicia mundial, un forense de Londres culpó a las redes sociales por el suicidio de una adolescente, abriendo potencialmente las compuertas legales contra los pesos pesados ??de la industria como Instagram, Facebook, Snapchat y TikTok.
Por New York Post
Pero el trágico caso de Molly Russell también podría señalar el camino hacia reformas legislativas que salvan vidas. Es decir, si Big Tech no desconecta.
Molly tenía 14 años cuando se suicidó en 2017, después de adentrarse en secreto en “el más sombrío de los mundos” en Instagram y Pinterest, dijo su padre, Ian Russell, al Tribunal Forense del Norte de Londres el 21 de septiembre.
Sin el conocimiento de la familia, Molly, una vez “llena de amor y burbujeante de emoción por lo que debería haberle acontecido en la vida”, fue “empujada a una madriguera de conejo de contenido depresivo”, aseguró su padre, ya que los dos sitios son artificiales, los algoritmos de inteligencia dirigían un flujo continuo de contenido oscuro y sin esperanza a su feed y bandeja de entrada.
Los algoritmos patentados mantienen enganchados a los usuarios de las redes sociales y fijan su atención en sus pantallas, proporcionándoles más de lo que los programas predicen que quieren.
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