Cuando el huracán Irma azotó el suroeste de Florida, cambió todo el panorama, que incluyó la calidad de agua y una proliferación de algas en las vías fluviales, con una devastadora marea roja en las playas al mismo tiempo. Los peces muertos se volvieron una capa que cubría el horizonte, mientras los carteles les decían a los bañistas que no se metieran al agua. Ese brote duró dos años luego de ese fenómeno meteorológico y, tras el reciente paso de Ian, hay temor de que esta situación se repita, sobre todo porque las condiciones podrían favorecer la proliferación.
Por La Nación
El lunes, Tracy Fanara, ingeniero ambiental y autor de una investigación de la marea roja, dijo a Fox Weather que cada vez que se tiene un evento de tormenta regular, también hay una carga de nutrientes de fertilizantes o herbicidas, así como desbordamientos de aguas residuales. Esta situación va más allá de la costa del Golfo, ya que, según Fox 35 Orlando, más de 7 millones de galones de aguas residuales se filtraron por las tapas de las alcantarillas e inundaron al condado de Brevard y luego siguieron a la Indian River Lagoon.
Asimismo, el astronauta Bob “Farmer” Hines, a bordo de la Estación Espacial Internacional, mostró las cantidades masivas de tierra que se vertían en el Golfo de México tras Ian. Por eso, el especialista Tracy Fanara consideró que se tienen los factores que podrían desencadenar esta marea roja mortal, como los coches sumergidos y las tuberías que colapsaron. Hay gente que no puede tirar la cadena de sus inodoros por el nivel del manto freático y usa el exterior. En resumen, hay una sobrecarga de nutrientes disponibles para las algas. “Nuestra principal preocupación ahora mismo son los niveles de bacterias, los niveles de patógenos”, destacó.
¿Qué es la marea roja?
De acuerdo con la Comisión de la Pesca y la Vida Silvestre de Florida, se le llama marea roja a la floración de algas nocivas que se produce de forma natural. Éstas, en el agua, devoran los nutrientes recién encontrados y florecen sin control. En ese proceso se producen toxinas que matan a los peces y a la vida marina en general, mientras que en las personas pueden irritar la piel, los ojos y las vías respiratorias.
Lea más en La Nación