Según la Real Academia Española, el “éxito” se relaciona al resultado feliz de un negocio, actuación, etc. Esta definición no habla solamente de lograr un resultado sino de que sea “feliz”, tal vez refiriéndose a que no solo importa lo que logremos sino cómo lo hemos logrado y cómo nos hemos sentido con ello.
Por Infobae
Algo similar puede aplicarse a “fracaso”: fracasar no debería estar relacionado al hecho de no haber logrado un objetivo, sino al sentimiento negativo o de frustración que experimentamos ante esa situación. Por eso, ver a un error como una oportunidad de aprendizaje automáticamente cambia nuestra mentalidad: no somos fracasados por eso, sino que cometimos un error, podremos aprender y mejorar. Un fracaso sería un error que nos provoca una fuerte emoción negativa, mientras que el éxito sería un acierto o logro siempre y cuando lo vivamos con felicidad.
Esta interpretación subjetiva de éxito o fracaso es lo que potencia o condiciona el desarrollo de los líderes y equipos, ya que depende como sean percibidos los hechos implicarán cómo nos sentiremos, cómo responderemos ante ellos, cómo motivaremos y reconoceremos, en definitiva, qué cultura crearemos a partir de la mentalidad que fomentemos. Y esto es especialmente relevante en estas épocas, adonde la incertidumbre y los cambios nos enfrentan a permanentes desafíos que nos pueden llevar a cometer varios errores pero que nos obligan a levantarnos rápido para aprender y seguir intentando.
Las personas exitosas poseen ciertas características que podrían ser replicadas en todo equipo u organización que desee transitar una transformación o asegurar una evolución de sus modelos de gestión.
Qué es el lado introspectivo
Henry Ford dijo alguna vez que “el secreto de una vida exitosa es encontrar cuál es tu destino y entonces perseguirlo”. Justamente, las personas exitosas definen – antes que nada – lo que es el éxito para ellos. Esta definición los ayudará a decidir y a actuar en forma consistente para alcanzarlo, sin dejarse influir por terceros o desviarse con tentaciones que puedan llevarlos a grandes objetivos pero que no puedan ser disfrutados como éxito. En línea con este punto, lo siguiente es hacer las paces con el fracaso.
Un error o una falla no es un fracaso si lo vivimos como un aprendizaje, si nos caímos pero rápidamente nos levantamos, y si sabemos sacudirnos el polvo (mental y emocional) para seguir avanzando. Ser resilientes y aprender de todo (incluso de lo aparentemente malo) es parte del ADN de una persona exitosa. Churchill decía que “el éxito consiste en ir de fracaso a fracaso sin perder el entusiasmo”
Otra característica común de las personas exitosas es que tienden a asociarse con personas que posean objetivos y valores similares, priorizando las conexiones personales y la generación de comunidad. Esto puede darse dentro o fuera de la misma organización. Recordemos que nos convertimos en el promedio de las personas con las que nos relacionamos. Ford también decía que “reunirse es el comienzo, mantenerse juntos es el progreso, trabajar juntos es el éxito”.
Debido a que la única forma de crecer, transformarse o innovar es a través de enfrentar el miedo, asumir que para lograr el éxito debemos caminar a través del miedo y posiblemente enfrentar situaciones que nunca antes enfrentamos, es otro de los elementos a considerar. Las personas exitosas saben cuándo pedir asistencia, ya que de ello dependen sus logros, incluso si esto implicara cierto malestar o incomodidad por recurrir a personas con las que no se siente cómodo. Es parte del camino hacia el éxito encontrar personas que hayan ido adonde queremos ir, y sumarlas como entrenadores, asesores, mentores o amigos.
Las personas exitosas, además de la razón, poseen fuerte conexión con la intuición. Si consideramos que nuestra intuición también está influenciada por conocimientos y experiencias del pasado, ese olfato de “por ahí no es” muchas veces termina siendo un gran consejero. Si no te hace bien o feliz, ese no es el camino.
Además, toman consciencia de que están progresando. Por un lado, el deseo de crecer más allá de su zona de comodidad o estancamiento implica comprender que el progreso es una acumulación lenta de pequeñas victorias. Si cada día aprendimos algo nuevo o mejoramos un poco respecto al ayer, estamos evolucionando. Celebrar los pequeños logros es como celebrar que hemos dado un pequeño paso hacia nuestro éxito. Así como la celebración, el tiempo para el descanso, la recuperación y el juego son elementos que, a menudo, encontramos en las personas que se consideran exitosas. En ocasiones, hacer una pausa nos ayuda a abstenernos de tomar una decisión permanente basada en un impuso o emoción temporal.
Otra característica común se relaciona con transformar los diálogos internos. Las historias que nos contamos pueden ser tan beneficiosas como perjudiciales para nuestro progreso. Cambiar “soy un fracaso porque…” a “hoy aprendí que…” hace una gran diferencia para crear nuevos patrones de pensamiento. Aunque a nadie le gusta la retroalimentación negativa, saber que podemos beneficiarnos con las críticas es parte de esta transformación ya que son oportunidades para aprender, incluso si no nos las hacen de la mejor manera. Incluso cuando son críticas infundadas, nos sirven para darnos una idea de cómo piensan los demás.
Finalmente, las personas exitosas se mantienen abiertas a los cambios ya que, un poco antes o un poco después, podrán surgir y nos abrirán nuevos caminos por donde transitar (aunque no lo queramos ni esperemos). Los cambios no son buenos ni malos en sí, sino en cómo nos impactan a corto, mediano o largo plazo.
Cuál es el lado extrovertido
Más allá de la mentalidad, las personas exitosas también poseen desarrolladas algunas cualidades que les permiten desenvolverse con mayor fluidez y armonía para alcanzar sus resultados. Por un lado, se muestran auténticas, lo que no significa compartir todo sobre uno mismo, con todos, ni todo el tiempo. Significa que son personas que dicen lo que quieren decir, sintiendo lo que dicen y apegándose a sus valores y principios por encima de todo lo demás. Aunque no todos valoren esta autenticidad, aquellos que verdaderamente importan sí lo harán.
Otra característica es que demuestran empatía, es decir, saben “ponerse en los zapatos” de los otros, comprendiendo pensamientos y sentimientos y mejorando, así, la conexión con los demás. La empatía no significa que siempre estarán de acuerdo con lo que piensa la otra persona, sino que se trata de ver a través de los ojos del otro sin juzgar ni etiquetar para generar relaciones más profundas, estrechas y duraderas.
No sé si lo han notado, pero algo común de aquellos que se saben o se sienten exitosos es que tienden a elogiar a los demás. Esto es algo que satisface el deseo de todo ser humano que es sentirse reconocido y apreciado, lo que a la vez los inspira a dar lo mejor de sí. Por el contrario, aquellas personas que, habiendo alcanzado altas posiciones o grandes resultados, solo se enfocan en los aspectos negativos y no brindan elogios, no solo no se auto perciben exitosas sino que su status será tan frágil como las condiciones de poder se sostengan ya que “poder” no es sinónimo de “éxito”.
En línea con lo anterior, las personas exitosas brindan comentarios útiles, se disculpan, perdonan y olvidan, y ayudan a los demás. Esto demuestra dominio de la inteligencia emocional, humildad, espíritu colaborativo y saber trascender los pensamientos negativos para que no los afecte a ellos ni a quienes lo rodean.
Finalmente, aunque no menos importante, estos líderes exitosos siempre cumplen con sus compromisos. Mantener la palabra no solo genera gran reputación, sino que brinda confiabilidad y honradez, elementos fundamentales para cualquier organización.
Éxito y fracaso son dos caras de la misma moneda. Los exitosos, ven en los desafíos grandes oportunidades, ven en los errores oportunidad de aprender, ven en los demás la posibilidad de comprender diferentes puntos de vista, ven en las críticas oportunidades de mejorar, ven en los caminos sin salida la ocasión de decir “es momento de reconvertirme”.
*Diego Pasjalidis es ingeniero especialista en estrategias, innovación y transformación digital, autor del libro Inspiración Extrema. Director de Innovación & Negocios de Stefanini Argentina y conferencista. Miembro de la Comisión Directiva del Buenos Aires Tech Cluster.