Desde su cama de hospital, sin cabello, piel, orejas y dedos después de sufrir quemaduras en más del 90 por ciento de su cuerpo, Judy Malinowski levanta una mano derecha deformada y mira fijamente a una cámara de video. La palabra “frágil” no alcanza para describir la apariencia de la joven madre. Es difícil creer que esté viva.
La voz de Judy es acerada, ocultando una fuerza y determinación insondables desde un cuerpo que está a punto de darse por vencido. La víctima, que fue quemada viva por su pareja, habla a través de la transmisión en vivo con su abogado y luego con el abogado que representa a Michael Slager, el hombre que intentó matarla.
A los pocos meses de su declaración jurada, Judy murió. Esas conversaciones grabadas en video llevaron a un caso histórico dentro del sistema judicial de Ohio, al permitir que una víctima de asesinato testifique en su propio juicio.
Eso es exactamente lo que hizo Judy, ya que se dirigió personalmente al juez y al jurado desde la tumba. Slager fue condenado a cadena perpetua sin libertad condicional.
El trágico caso se narra en The Fire That Took Her, un documental que se estrenó el 21 de octubre en unos pocos cines y que estará disponible en streaming el próximo año.
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