Resignación en las gasolineras desabastecidas o cerradas de La Habana

Resignación en las gasolineras desabastecidas o cerradas de La Habana

Nadie en La Habana puede hacer cola si está apurado, y la del servicentro de G y 25 no es diferente: al menos 20 automóviles esperan su turno aparcados al sol. (14ymedio)

 

“Si entregas una parte del combustible que compras, hay choferes que te dejan colarte”

Por lapatilla.com





Dos destartalados Moskvich encabezan la cola frente al servicentro habanero de G y 25. El primero, un vehículo rojo, paga su ración de combustible mientras una empleada explica a los clientes que es imposible llevarse un galón adicional. “La venta está limitada a lo que quepa en el tanque”, responde ella, inflexible, “esa medida la sabe todo el mundo”.

El segundo Moskvich, con la carrocería llena de mataduras y chapisteado en azul, ocupa su lugar mientras la empleada prosigue su aviso, para que el resto de los conductores la escuchen: “La gente no entiende”, dice, “casi no hay combustible y, por lo menos hoy, ya no traen más. Es lo que hay”.

Los pronósticos de la empresa estatal Unión Cuba-Petróleo (Cupet) este mismo miércoles dejan muy claro cuál es la situación: entre la “demanda superior a la habitual” y las “dificultades operacionales” para transportar la gasolina desde la refinería de Cienfuegos, se prevé que el déficit de combustible continúe, reseña 14ymedio

Los carros pasan poco a poco y los trabajadores del Cupet los atienden con parsimonia. Nadie en La Habana puede hacer cola si está apurado, y la del servicentro no es diferente: al menos 20 automóviles esperan su turno aparcados al sol.

Tener el tanque lleno y contar con una reserva es casi imposible en la capital, por no hablar del resto de la Isla. Los choferes se enfrentan a dos posibilidades: o que el establecimiento esté completamente vacío –señal de que hace días no llega combustible– o que la duración de la cola sea de muchas horas.

Así ocurre en la céntrica gasolinera de Tángana, entre Calzada y N, donde los vehículos se aglomeran en tres líneas distintas de una misma cola. El tiempo estimado para llegar al dispensador es incalculable.

“Aunque si entregas una parte del combustible que compras, hay choferes que te dejan colarte”, explicó a 14ymedio uno de los clientes que esperaba este miércoles en la imposible cola del Tángana, que ya rodeaba varias veces la manzana del Cupet.

La opción más devastadora es manejar hasta un servicentro y descubrir que se ha perdido el poco combustible en el viaje. Desabastecido, el Cupet de San Rafael e Infanta ni siquiera tiene las ventanas del establecimiento completamente abiertas. Lo único que permanece activo es la pequeña tienda anexa, donde la ausencia de cola es signo de que allí tampoco hay nada útil que comprar.

En la gasolinera La Rampa, en 23 y Malecón, no espera ningún carro. A pesar de su posición, en la puerta de entrada al Vedado, el Gobierno no ha llenado tampoco sus depósitos.

La escasez de combustible hace más caóticas y caras muchas tareas cotidianas, como trasladar mercancías a los mercados agrícolas o realizar una mudanza. Para Abel, de 27 años y miembro de un equipo de agencieros privados que traslada muebles y pertenencias entre una vivienda y otra, “la falta de gasolina ha disparado los precios para los clientes y ha complicado el trabajo” de su pequeña empresa.

“Ahora mismo, una mudanza promedio entre dos casas aquí en La Habana, donde se emplean cuatro hombres en cada equipo, no baja de los 20.000 pesos, y ese precio tiene que ver mucho con los problemas para comprar combustible. Al final, todas esas dificultades terminan en el bolsillo del cliente y no nos permiten hacer con eficiencia nuestro trabajo”.

El equipo de Abel debe garantizar con varios días de antelación el diésel para mover su camión y, muchas veces, “la persona que contrata debe esperar más tiempo para que le demos una confirmación. No podemos decirle que sí hasta que no sepamos que vamos a poder llenar el tanque y eso nunca se sabe con seguridad”, lamenta el joven. Otra opción es acudir al mercado negro, “pero el apuro cuesta caro. No haces cola pero prepara la billetera”.