El recluso que se cree gato: preso en un psiquiátrico, no quiere bañarse y pide que nadie le toque la comida

El recluso que se cree gato: preso en un psiquiátrico, no quiere bañarse y pide que nadie le toque la comida

Cortesía

 

A un año de la condena por el doble femicidio de su madre y su tía, el israelí Gilad Gil Pereg (41) permanece aislado en una celda de un neuropsiquiátrico en Mendoza, Argentina. No recibe visitas, está medicado y pide que nadie se le acerque ni toque su comida.

Por: Clarín

Está en una alcaidía que funciona en el hospital El Sauce, en Guaymallén, Gran Mendoza. Tiene una celda con ventana parecida a una habitación de hospital pero con custodia permanente y atención médica. Puede usar un pequeño patio, alejado del resto de los internados.

La situación de su salud mental es lo que más se debatió en el juicio realizado entre agosto y noviembre de 2021 en la capital mendocina. ¿Comprende la criminalidad de sus actos un hombre que se comporta como un gato y hasta maullaba en pleno juicio?

Para el jurado popular, de 12 ciudadanos, los fiscales y la defensa de las víctimas, no hubo dudas de que Gil Pereg era consciente de sus actos. Fueron asesinatos premeditados para tapar fraudes económicos y el cuantioso préstamo de dinero que le hicieron sus familiares.

En la tarde del 3 de noviembre de 2021, el israelí radicado en Mendoza recibió una condena a prisión perpetua. El jurado popular consideró que al momento de cometer los femicidios de su madre y su tía comprendía lo que estaba haciendo. Y desestimó el planteo de la defensa que sostenía que Gil Pereg estaba “loco”.

Las entrevistas que había dado a los medios mendocinos cuando denunció la desaparición de su madre y su tía, su falso testimonio a la fiscal Claudia Ríos a quién le aseguraba que sus familiares habían salido de su casa a tomar un micro y que podrían haber sido víctimas de la inseguridad, y el detalle al jurado de dónde guardaba las armas y por qué no vio los cuerpos enterrados en su casa; fueron determinantes para su condena.

El jurado popular coincidió con los acusadores. “Gil Pereg comprende y sabe perfectamente lo que hace. Es lúcido, tiene juicio crítico conservado, diferencia el bien y el mal, es narcisista, nunca antes del juicio se comportó como gato ni maullaba, y cuando quiere algo, demanda, exige, negocia y amenaza”, según fundamentó la fiscalía.

Antes de fin de año, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza debe resolver la apelación de los abogados de Gil Pereg para que revierta la condena a perpetua. En la resolución intervendrá los siete ministros de la Corte mendocina.

El 11 de enero de 2019, llegaron a Mendoza su madre Pyrhia Sarousi (63), que residía en Israel, y su tía Lily Pereg (54), desde Australia, para visitar a Gilad. Las mujeres se alojaron en un departamento de alquiler para turistas en el centro de la ciudad. Y visitaron dos veces a Pereg en su casa, frente al cementerio de Guaymallén, un lugar precario, donde vivía con 37 gatos y cuatro perros.

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