El miércoles 22 de junio de 1983, Emanuela Orlandi, una adolescente de 15 años e hija de un funcionario del Vaticano, fue como siempre a sus clases de flauta en una escuela de música del centro de Roma. Pero nunca volvió a su casa en la Santa Sede. Desde entonces pasaron casi 40 años, tres papas, y el misterio es total.
Por: Todo Noticias
La desaparición de Orlandi se enfrenta a un muro de silencio que da pie a varias teorías sobre su desaparición, desde la involucración de la mafia hasta un caso de pedofilia o un plan para obtener la liberación de Mehmet Ali A?ca, el ciudadano turco que intentó asesinar a Juan Pablo II.
Un caso que sacude el microcosmos del Vaticano
En los años 1980 vivían alrededor de 700 personas en dentro de los muros del Vaticano, de las cuales apenas 100 laicos. La familia Orlandi pertenecía a esta categoría. El padre, Ercole, era secretario de la Prefectura de la casa papal y organizaba las audiencias del sumo pontífice. La madre, Maria Pezzano, era ama de casa. Emanuela era la cuarta de cinco hermanos: Natalia, Pietro, Federica y María Cristina.
La familia vivía en la ciudad estado de apenas 44 hectáreas y los chicos tuvieron una infancia privilegiada al tener acceso a sus suntuosos jardines. “Eran como el patio de nuestra casa. Sentíamos que estábamos en el lugar más seguro del mundo”, dijo alguna vez el hermano mayor de la chica, Pietro al diario The Guardian.
Emanuela siempre tuvo inclinaciones por la música y asistía a clases de flauta en la Escuela Tommaso Ludovico Da Victoria, en el centro de Roma, un centro educativo vinculado al Instituto Pontificio de Música Sacra. Asimismo, formó parte del coro de la iglesia Sant’Anna dei Palafrenieri en el Vaticano.
El día de su desaparición, la joven le había pedido a su hermano, Pietro, que la acompañe en el viaje en colectivo. Hacía calor, al joven le dio fiaca y le dijo que tenía “otras cosas que hacer”. Se pelearon y ella se fue golpeando la puerta. Pietro no sabía que sería la última conversación que mantuviera con ella. “Lo he repasado tantas veces, diciéndome a mí mismo que si la hubiera acompañado tal vez no habría sucedido”, se lamentó.
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