El llanto de un esposo y padre conmovió a los habitantes de un sector del oriente de Cali al implorar ayuda para el traslado del féretro de su esposa hasta Venezuela y no desamparar a su hijo detenido.
Por El Tiempo
A Luis Palma se le sale la tristeza sin aceptar todavía cómo le han llegado días amargos a su casa en el barrio Alfonso Bonilla Aragón, en la comuna 14 de la capital del Valle del Cauca
Recuerda que vino desde Venezuela a Cali solo por 15 días para acomodar a unos parientes en Cali, pero se fue quedando y van más de tres años. Con su esposa, Íngrid Coromoto Gómez Ezquiel, y tres hijos decidieron que podían vivir de producir y vender empanadas con la sazón de su país.
Uno de esos hijo Manuel, a quien don Luis Palma define como un muchacho cariñoso con la mamá, inteligente y con conocimientos de inglés. Lo amargo era que hace más o menos año y medio consumía droga, aunque no era algo permanente. De todos modos, lo llevaron a un internado para alejarlo del vicio.
En la mañana del jueves, el joven, de 26 años, le anunció a la mamá que iba a conseguir un medicamento. “Yo le dije que no lo dejara ir solo porque mi hijo venía del proceso para dejar ese demonio”, cuenta el padre.
Eran las 11:40 de la mañana cuando Luis Palma le dijo a su esposa que ya estaba pasada la hora de volver de su hijo. Fueron a buscarlo y lo encontraron bajo efectos, al parecer, de cocaína.
Así lo trajeron a casa en un taxi. Al regresar, Manuel tomó agua y aparentemente estaba tranquilo cuando se fue a dormir y al mediodía se levantó para almorzar.
Palma dice que decidió aprovechar que madre e hijo dormían para ir a comprar los ingredientes de las empanadas . Ya avanzaba de regreso cuando lo llamaron para decirle que se apurara porque algo grave pasaba en su casa.
“No podía creer que él había matado a su adorada mamá”, dice el padre llorando. La mujer sufrió una herida de arma cortante que le quitó la vida en el mismo domicilio.
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