La sensación de alivio y la esperanza de una victoria se ven algo enturbiadas en Jersón ante la difícil situación humanitaria que han dejado las tropas rusas en su retirada, aunque la mayoría de los ucranianos celebran la recuperación del control de la ciudad.
Las imágenes de sandías, un producto estrella y casi marca de identidad de Jersón, y los vídeos de multitudes de ciudadanos con banderas nacionales marchando por la ciudad liberada han inundado las redes sociales y medios de comunicación.
Los ucranianos celebran la liberación del único gran centro regional que había capturado Rusia desde el inicio de la invasión del país, hace más de ocho meses.
Se palpa el alivio y la confianza renovada en una liberación de todos los territorios ocupados. Pero muchos ucranianos son conscientes del enorme desafío que tienen por delante.
Olga Afanasieva, una habitante desplazada de Jersón, explica a Efe que su principal preocupación ahora es cómo se evacuará a todas las personas que no podrán sobrevivir al duro invierno en esa ciudad tan castigada.
“No hay luz, ni agua, ni combustible”, añade su amiga Liudmyla, que le envía un mensaje de audio mientras va moviéndose por la ciudad en busca de una señal de conexión para el teléfono móvil.
Jersón está de facto bajo control ucraniano, pero las autoridades instan a los residentes desplazados de la ciudad por la guerra a esperar hasta que sea seguro volver a ella.
Según el jefe adjunto del consejo regional, Yuriy Sobolevskyi, en los próximos días se hará un barrido en busca de minas y se dispersará a los soldados rusos restantes.
Unos 200 policías ucranianos ya están en la ciudad, desplegados en puestos de control establecidos en todos sus accesos, afirmó hoy el jefe de la policía nacional, Igor Klymenko.
El responsable sobre el terreno del proveedor de electricidad DTEK, Dmytro Saharuk, afirma que el sistema de suministro eléctrico ha sido totalmente destruido por las tropas rusas en su retirada. Se necesitará un mes para recuperarlo completamente “en el escenario optimista”, advierte.
El asesor del alcalde de la ciudad Roman Golovnya explicó asimismo hoy en la televisión ucraniana que la situación humanitaria en la ciudad es “difícil”. La falta de agua es el problema más acuciante, ya que su suministro esta totalmente interrumpido por la destrucción deliberada de los rusos en su retirada.
Pese a ello, han llegado a la ciudad algunos vehículos con ayuda humanitaria, añade.
Según fuentes del movimiento Resistencia Nacional, unas 15.000 piezas han sido expoliados del Museo de Arte de Jersón y otras instituciones culturales, para trasladarlos a Simferopol, en zona ocupada por los rusos.
La reconocida periodista ucraniana Olga Tokariuk explicó a través de su cuenta en Twitter que la alegría por la liberación de la ciudad se apagó al darse cuenta del alto precio pagado por ello.
Recordó ahí las cámaras de tortura y las fosas comunes reveladas tras la retirada en las regiones anteriormente ocupadas. Y advierte de que cabe esperar que se produzcan descubrimientos similares en Jersón, donde la resistencia inicial muy fuerte.
Las tropas rusas también podrían lanzar un nuevo ataque masivo con misiles y drones sobre Ucrania en vísperas o durante la cumbre del G20 en Indonesia (15 y 16 de noviembre), advirtió el portavoz del Mando de la Fuerza Aérea Yuriy Ignat, en el espacio de televisión ucraniano “United News”.
“Les gusta llevar a cabo algún tipo de provocaciones en torno a días así”, ,afirmó, para subrayar a continuación que Rusia se ha quedado sin misiles de largo alcance a pesar de los intentos de aumentar su producción.
La Legión Georgiana, una de las mayores unidades militares internacionales del ejército ucraniano, ha apremiado a los ucranianos en Twitter a no ignorar las alarmas aéreas en los próximos días y recordado que los rusos acostumbran a compensar su “impotencia militar aterrorizando a la población civil”.
“Hoy es un día feliz, pero la guerra aún no ha terminado. Rusia tomará represalias contra los civiles ucranianos en los próximos días, no hay duda”, insiste asimismo la periodista Tokariuk.
EFE