El video tiene más de 330 mil reproducciones y cerca de mil comentarios. Lo primero que se ve es la espalda de un joven que luce una camiseta de la selección argentina. “Ex veneco”, dice en letra imprenta sobre un número 22. La remera es de José Gregorio Márquez: venezolano de nacimiento, argentino por elección.
Por: Infobae
A José le dieron la nacionalidad argentina a fines de octubre pasado. La fecha coincidió con su cumpleaños número 34 y entonces decidió celebrar por partida doble. Le preguntó a sus amigos porteños qué canciones le recomendaban y con eso armó una playlist de tres horas de duración. Entre los temas hay varias cumbias de Gilda, algunos cuartetos de Rodrigo y hits como “Nunca me faltes”, de Antonio Ríos.
A simple vista, el festejo podría haber sido una juntada de hinchas previa al debut de la selección en el Mundial Qatar: había desde banderines celestes y blancos, hasta pilusos, vinchas y medias con la frase “Vamos Argentina”. Sin embargo, tenía que ver con una fiesta temática para celebrar la residencia permanente de José en el “Mejor país del mundo”, es decir, en Argentina.
La celebración también incluyó una mesa de juegos donde, en vez de “Ponerle la cola al chancho”, se desafiaron a “Ponerle el grito al fan de Wanda”, y un tiro al blanco con la cara de “Justin Bieber” que, después de cancelar los shows, fue declarado ‘non-grato’ en Argentina.
Y porque para ser 100% “argento” hay que alentar a un equipo de fútbol; hacia el final de la fiesta hubo un sorteo en el que cada invitado sugirió un club. Fue así que José se convirtió en hincha de Boca Juniors.
Recuerdos que no voy a olvidar
José Gregorio Márquez nació en Niño Jesús, un barrio humilde ubicado al oeste de Caracas, en Venezuela. Cuando terminó la escuela, estudió Comunicación Social y, durante varios años, trabajó de periodista en distintos medios, entre ellos, el diario Últimas Noticias, el portal El Nacional y un diario juvenil llamado Urbe.
La primera vez que pisó Argentina fue en 2011. Tenía 23 años y jamás había salido de Venezuela. Estuvo vacacionando algunos días en Buenos Aires y quedó fascinado no solo con la Ciudad sino también con El Tigre. A partir de ahí se prometió: “En algún momento voy a vivir en Argentina”.
La decisión de emigrar la tomó en 2016, cinco años después aquella visita. El pasaje, dice, lo costeó con el dinero de la venta de un reloj de lujo, que ganó en un concurso de escritura. Llegó a Ezeiza junto a un amigo y con algunos ahorros, no muchos, pero lo suficiente para mantenerse hasta conseguir un trabajo.
De sus primeros días acá recuerda que era invierno, hacía bastante frío y, como no tenía campera, se abrigaba con dos pulóveres. Otra anécdota imborrable de esos meses tiene que ver con el fuerte contraste entre la realidad de Venezuela y la de Argentina.
“Me acuerdo que hacía turismo de supermercados y me tomaba fotos junto a las góndolas y las heladeras porque las veía llenos. Algo que en Venezuela, en ese momento, no sucedía. Entonces llegué a Argentina y estaba maravillado con conseguir comida”, dice José y se declara fan de las medialunas: “Allá no existen. Acá las desayuno casi a diario”.
Derribando algunos mitos
José cuenta que antes de instalarse en nuestro país, había escuchado decir que los argentinos eran “orgullosos” y que “se creían más que los demás”. Cuando llegó acá, sin embargo, se dio cuenta de que era “la mentira más grande del mundo”.
“No hay nadie que te abra más las puertas que un argentino. No solo las puertas del país, sino las puertas de su casa: desde que vivo aquí, todos los diciembres alguien me invita a pasar Navidad con su familia y a mí, eso, me deshace el corazón. Te reciben como si te conocieran de toda la vida y siempre tratan de ayudarte”, dice a Infobae.
Pero todo no fue color rosa. “Emigrar es empezar de cero un montón de veces porque no solo empiezas de cero cuando llegas a un país, sino que después tienes que empezar de cero, por ejemplo, con el idioma, con el trabajo, con los amigos. En mi caso, a los seis meses de llegar me establecí en un departamento y, un mes después de mudarme, me robaron todo. Así que tuve que empezar de cero otra vez”, cuenta.
En el plano laboral tampoco fue fácil. Al principio José intentó conseguir trabajo como periodista, pero no pasó. “Comencé a trabajar de mozo y la verdad es lo super agradezco. Gané mucha humildad y capacidad para trabajar en equipo. Actualmente, trabajo en Editorial Planeta, en el área de marketing”, agrega.
En 2018, tras dos años con una residencia temporaria, José empezó a pensar en tramitar la residencia permanente. Inició el trámite al año siguiente pero, pandemia mediante, “el papeleo” se demoró hasta el mes pasado, cuando finalmente obtuvo “la sentencia”.
Su nuevo DNI, explica, le llegará a su domicilio en diciembre próximo y eso lo llena de ilusión. “Antes mi documento decía extranjero en rojo. Este va decir nacionalidad ‘argentina’”, asegura.
—Del uno al diez, ¿qué tan argentino te sentís?
—Diez (risas). La cultura argentina es muy rica y, en muchos aspectos, la respeto y admiro. Las leyes de este país también son afines a mi pensamiento. Un ejemplo es el matrimonio igualitario. Yo soy gay y en Venezuela no tengo ningún tipo de derecho. Ninguna persona de la población LGTBIQ lo tiene. En cambio, acá, sí. De hecho, mi pareja y yo estamos planeando nuestra boda para el año que viene. En nuestro país no hubiéramos podido.
—Hace seis años que dejaste Venezuela ¿extrañás algo de allá?
—Yo siento que mi generación no tiene un arraigo fuerte en Venezuela porque el país que conocimos siempre ha sido el del Chavismo: un país en crisis política económica y social. Más allá de eso, extraño mucho El Ávila, que son las montañas que se ven desde todas partes de Caracas. Mientras viví allí, disfrutaba mucho de subir la montaña y conectar con la naturaleza. Aquí, en Buenos Aires, tienes que salir de la Capital para lograrlo. Así que volviendo a tu pregunta: extraño eso y, por supuesto, a mi familia.
—Igual, todavía conservás el acento venezolano…
—No tanto. Hace poco estuve mirando algunos videos míos previos a emigrar y no me reconozco. Mi acento actual es una mezcla de mis dos partes. Por eso, cuando me preguntan “¿De dónde sos?” ahora respondo: “Yo soy de Argentina, pero nací en Venezuela”.