En una especie de descampado a las afueras de Doha, Qatar ha construido mil barracones para acoger a aficionados que asisten al Mundial. Las cabinas son enanas y el calor en su interior es asfixiante porque el aire acondicionado es una máquina con ruedas y sin mucha potencia. “Esto nos ha costado 200 euros la noche, sin desayuno ni nada”, explica David Pinillos, de 40 años, nacido en Logroño. Con el grupo de la peña Marea Roja, llegó la noche del martes a Doha desde Dubái. “Allí nos quedamos en casa de un amigo y volamos aquí las vísperas de cada partido de España, porque así nos sale más barato. Los vuelos directos a Doha costaban 900 euros ya hace meses. A Dubai es mucho menos y además hay más libertad, te puedes tomar una cerveza si quieres. Calculo que todo el viaje serán un mínimo de 3.000 euros. En el Mundial de Rusia me gasté eso y solo fuimos hasta octavos”. Esta, reconoce, es la única situación en la vida en la que no le importaría gastarse más dinero: “Eso significaría que España llega lejos”.
Por: El País
Qatar monitoriza las reservas, no pueden hacerse, como en cualquier viaje, a través de una agencia. El grupo llegó al descampado hacia las 20.00 de la tarde del martes, y a algunos no les dieron su barracón hasta pasadas las tres de la madrugada. “Los van construyendo sobre la marcha”, explica Giancarlo Magnieli, de 35 años, de origen italiano y nacionalidad española, con su camiseta de la Roja. “Nos querían llevar a otro sitio que estaba mucho peor y nos negamos. A algunas casetas les faltaba el cristal de la ventana, otras estaban llenas de arena y muy sucias; había clavos, piezas de construcción por todas partes. Terrible”. Pinillos, que gestiona los apartamentos turísticos Pinidar, en La Rioja, trataba de imaginar a sus clientes en un sitio así: “¡Con lo exigente que es la gente en España!”.
Aficionados españoles tuvieron que esperar hasta siete horas por su caseta- barracón porque “las hacían sobre la marcha”. Otros se encontraron las suyas así: suciedad, cristales rotos… pic.twitter.com/aOgEv3pkzU
— Natalia Junquera (@nataliajunquera) November 23, 2022
Paco González, de 56 años, y Juan Canseco, de 63, viajaron desde Oviedo el martes. “Cuando llegamos a las ocho de la tarde”, explica Paco, “nos dijeron que había overbooking —en los barracones—, pero luego descubrimos que es que no tenían casetas suficientes preparadas, las estaban haciendo. Según las terminaban, nos iban trayendo las llaves. Cuando nos la dieron, no tenían ni sábanas, ni toallas, ni papel higiénico. Eran ya las 3.15 de la madrugada”. Paco está en paro. Trabajaba en banca, pero su empresa hizo un ERE recientemente. “Ojo, soy bancario, no banquero, que tienen muy mala fama”, aclara. Juan, que ya tiene experiencia en los Mundiales —este es el cuarto al que se desplaza— dice que “este es el más raro de todos”. Es prejubilado de banca.
Puedes leer la nota completa en El País