La democracia es una idea griega-ateniense, formulada por el historiador Tucídides a través de un discurso de Pericles. Poder y gobierno tienen su origen y legitimidad en la comunidad de individuos-ciudadanos como expresión de un interés general o bien superior. Platón y Aristóteles le veían una debilidad a la democracia: la posibilidad de elegir a un demagogo para gobernar, hoy diríamos un populista.
La idea democrática entra en hibernación por casi dos milenios. Prevalece la idea del origen divino del poder y del gobierno. En la práctica, la toma violenta del poder, la sucesión dinástica y las oligarquías plutocráticas o del dinero. Este esquema milenario empieza a cambiar con las nuevas ideas que van surgiendo en la llamada modernidad, particularmente a partir del siglo XVII.
Un movimiento decisivo fue la sublevación de los nobles y propietarios contra el rey, para constituirse en parlamento y negarle al rey su derecho a tomar decisiones que afectaran sus intereses y patrimonio. Es el movimiento conocido con el nombre de quién lo encabezó Oliverio Cromwell. Ya en el siglo XVIII se crea la primera República moderna con la Independencia de Estados Unidos y, gracias al llamado movimiento de la Ilustración y de la Enciclopedia, y de la Revolución Francesa, quedan establecidas firmemente las doctrinas liberales y constitucionales que definen y reafirman el desarrollo de la democracia en los siglos XIX, XX y XXI.
La democracia es un sistema en desarrollo-perfectible, cuya base es la libertad con responsabilidad de una ciudadanía en formación y compromiso militante con los Derechos Humanos. Un orden legal e institucional al servicio de la justicia y el bien común, y un orden social y económico lo menos desigual posible.
La democracia es responsabilidad colectiva y hay que merecerla y construirla desde un compromiso personal de virtudes y de principios practicados, no solamente predicados. Tal como se expresa en el discurso de Pericles hace dos mil quinientos años: “Nuestro régimen político es la democracia, y se llama así porque busca la utilidad del mayor número y no la ventaja de algunos. Todos somos iguales ante la ley y cuando la república otorga honores lo hace para recompensar virtudes y no para consagrar el privilegio. Todos somos llamados a exponer nuestras opiniones sobre los asuntos públicos… para nadie es vergonzoso entre nosotros que es pobre; lo que sí es vergonzoso es no tratar de salir de la pobreza por medio del trabajo… lo que sí creemos perjudicial para la patria es no instruirnos previamente por el estudio de lo que debemos ejecutar”