La esencia chavista
Corrupto el amor no binario de Chávez (el “otre”, su sucesor); corrupta su enfermera (su Claudia); corrupto su psiquiatra; corrupto su tesorero (Andrade); corruptos sus hijos; corrupto su chofer; corruptos sus ministros (Ramírez, Aissami, largo etcétera); corruptos sus militares (Padrino, Reverol, infinito etcétera); corruptos sus enchufados (bolis de toda calaña, chicos, grandes, enormes…); corruptos sus hermanos; corrupto su partido (Alí Chávez y sus mil ladrones); corruptos sus aliados internacionales (Lula, Kirchner, etc.)
Corrupto cada chavista que existe, ni uno se salva, corruptos sus “opositores” (los suyos: Timoteo, Parra, Brito, Mujica), corrupto el chavismo su historia, su esencia.
Corruptos, sólo corruptos.
El corrupto que hay en cada quien
Pero corruptos también los encuestadores (León y sus secuaces); corruptos los jueces; corruptos los fiscales (los de antes y el no binario de ahora); corruptos los comunistas (sobre todo los actuales); corrupto el neoliberalismo salvaje chavista que hoy rige a Venezuela; corrupto Globovisión, corrupto El Universal, corruptos sus periodistas; corrupto Tves, corruptos sus trabajadores, sus actores, sus actrices; corruptos sus banqueros (que a costa del “socialismo” se enriquecen vulgarmente); corrupta PDVSA; corrupto el Tribunal Supremo de Justicia; corruptos por doquier.
Corrupta también –hay que decirlo– parte de la oposición venezolana: corruptos sus familiares, amigos e hijos.
Corruptos per saecula saeculorum.
Astutos, no cínicos
Quieres que siga el chavismo tiranizando al país, corrómpete. Quieres que el cinismo y la vagabundería –la peste– siga demoliendo las bases sociales de la nación, has trampa. Quieres que los archimillonarios chavistas sigan enriqueciéndose vulgarmente mientras el pueblo mendiga por los rincones del mundo, di que Venezuela está bien. Quieres tarde o temprano ser víctima de un asalto o un crimen, cierra los ojos a la injustica. Quieres que tus hijos sean esclavos de malparidos, bésale el culo a un militar.
Seamos astutos, no cínicos. Venezuela no está bien, derrotamos al comunismo, pero no estamos bien. Somos un mondongo de crueldad y corrupción.
Con el chavismo, Venezuela es un apestado guiso.
Gran don Nadie de la gran Nada
Lo he sostenido y lo sostengo, lo sostendré siempre, la trágica antropología del venezolano, como bien observó Rómulo Gallegos en su momento, es barbárica. El venezolano lleva su Doña Bárbara por dentro, es decir, su explotador, su arrebatador, su violador, su ladrón, su nómada y caníbal, su conquistador del oro, su pirata del Caribe, su chavista en la más honda entraña. Pese a que algún pitufo historiador (gran don Nadie de la gran Nada) –contra toda evidencia– haya querido contradecirme, llevamos un salvaje chavista por dentro, que intentamos domar, controlar y educar.
Bolívar lo logró: domar al bárbaro, Miranda y Sucre también y el otro padre de la patria, por quien hoy somos Venezuela y venezolanos: José Antonio Páez lo encarnó.
El cimarrón de los llanos se civilizó hasta la cumbre.
El poder rebelde de la honestidad
Entiendo tu frustración y tristeza, es igual a la mía. Yo, como muchos otros, las padezco desde el destierro, tú la vives en la Venezuela secuestrada por la corrupción. Hemos intentado combatir contra esa maldad de todas las maneras imaginables e inimaginables. Hemos cometido errores, tú, yo, nosotros todos, pero hemos luchado. Ver a nuestra adorada nación convertida en una pocilga mundial de corruptos, en este asco bíblico, ver que el bárbaro antropológico venció al civilizado, no es motivo para rendirnos. Tenemos que seguir.
El no rendirse comienza por no ser como ellos, por no fortalecer al monstruo de la corrupción, la trampa y la podredumbre. No rendirse comienza por el desafiante y edificante desafío de ser honesto.
¿Puedes? ¿Puedo? ¿Podemos?