¿Cómo un país pobre se convirtió en uno de los más ricos del mundo?

¿Cómo un país pobre se convirtió en uno de los más ricos del mundo?

 

 

 

Noruega es un país de poco más de 5 millones de habitantes, con unas condiciones de vida, de desarrollo y de bienestar que están entre las más destacadas del mundo. Y, por supuesto, con una economía próspera, que le coloca entre los países más ricos, utilizando casi cualquier índice que se nos ocurra. Son el estado con el que todos sueñan ser.

Por El Economista

Pero no siempre fue así. Cuando Noruega se independizó de Dinamarca, en 1814, era un país rural, con el 90% de la población dedicada a la agricultura, en unas tierras que además no eran especialmente fáciles de cultivar. No es hasta finales del siglo XIX cuando la economía del país empieza a despegar, gracias a la revolución industrial, las mejoras agrícolas, la expansión de la ganadería… y sobre todo el dominio del mar. Se convierten en una potencia del transporte marítimo, que le permite exportar hierro, carbón, madera y pescado, y cuenta con una flota naval que llegó a representar el 7% del total mundial.

Sin embargo, la I Guerra Mundial, a pesar de que se mantuvieron neutrales, provocó el estancamiento absoluto de su economía, debido principalmente a la dependencia que tenían de Reino Unido, por entonces su principal socio comercial.

Noruega siempre fue vista como la prima pobre de los países escandinavos. Unos ‘paletos’, agricultores y pescadores, a los que Suecia y Dinamarca, mucho más urbanas, siempre miraban por encima del hombro. Con la economía parada, y sin oportunidades, fueron cientos de miles los noruegos que emigraron a América del Norte en la primera mitad del siglo XX, tanto a Estados Unidos como a Canadá. De hecho, fue, tras Irlanda, el país de Europa con más emigrantes en proporción a su población.

 

Una familia de agricultores en Noruega a principios del S. XX.

 

Por si la situación no fuera bastante complicada, la II Guerra Mundial y la ocupación alemana acabaron con cualquier signo de recuperación que pudiera mostrar la economía noruega.

Tras la guerra, Noruega se enfrenta al reto de resucitar su maltrecha economía, arcaica y muy vinculada a la pesca. Con un futuro que no veían nada claro, el Gobierno Laborista, con Einar Gerhardsen al frente, inicia una serie de reformas de corte socialdemócrata y con un enfoque claramente keynesiano. El objetivo, para reducir la pobreza, era mejorar la redistribución de la riqueza.

El camino socialdemócrata

La receta aplicada por el Ejecutivo pasó por implementar impuestos altos y progresivos, crean una especie de IVA y además gravan adicionalmente productos discrecionales como el alcohol, el tabaco, los coches o los cosméticos.

Los ingresos que logra el Estado de esta manera le permiten desarrollar un sistema de Seguridad Social, que garantizase las pensiones y que además permitiese cubrir la atención médica para toda la población, entre otros beneficios.

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